RINCÓN del TIBET

A veces el amor no quita las ganas de salir corriendo

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A veces el amor no quita las ganas de salir corriendo

Definitivamente cuando hablamos de relaciones interpersonales de cualquier tipo, muchas veces el amor se vuelve insuficiente para quitar o anular los aspectos negativos. La tolerancia colapsa, la empatía se agota y la serenidad se vuelve añicos… Mientras que la adrenalina en nuestro cuerpo nos prepara para una gran carrera, que muchas veces queremos emprender sin mirar atrás.

Nadie dijo que los vínculos afectivos fuesen de fácil manejo, de hecho podemos ver como ideales aquellas relaciones afectivas en donde se respira paz, donde las cosas se hacen desde el corazón y donde el placer de compartir se hace notar desde la distancia.

Todos somos seres particulares, todos tenemos un conjunto de virtudes y de defectos y el acoplamiento no necesariamente es sencillo, muchas veces debemos lijar acá, quitar allá, rellenar espacios para lograr que un engranaje funcione bien.

Cuando se pierde y se quita la disposición de acoplarse desde el amor y el respeto, comienzan a ser notorias las diferencias y probablemente “la máquina” se detenga.  Por eso es de vital importancia siempre trabajar en equipo para que sin forzar o romper se genere la sincronía necesaria.

La actitud frente a las diferencias y frente a la relación muchas veces tendrá un papel más importante que el mismo amor. Desde qué punto se vean las cosas, cuánta empatía podemos sentir, que tan compasivos podemos ser, qué tanto respeto sentimos por la identidad del otro, son factores que guiarán las líneas de acción que se tomen ante cualquier circunstancia.

Con cualquier persona con la que decidamos interactuar será necesario trazar acuerdos, ya que todos tenemos, antes de una vida relacionada, una vida propia, cargada de sueños de proyectos, de formas, de crianzas, de prejuicios… y cuando nos vinculamos a otra persona con su contenido personal, será necesario hacer lo propio para adaptarse el uno al otro.

Si sabemos que debemos hacerlo con quien sea, quizás sea más sencillo, poner lo mejor de nosotros para preservar las relaciones existentes, siempre y cuando éstas no afecten de forma negativa en ningún sentido, nuestra integridad, en lugar de salir corriendo y dejarlo todo, puesto que aunque sintamos cierta liberación, probablemente no hayamos aprendido lo necesario.

Nadie está en nuestra vida por casualidad, todas nuestras relaciones son espejo, así que debemos prestar atención aquello que nos gusta o nos disgusta en extremo, ya que habla de nosotros y con mucha frecuencia de aspectos que debemos aceptar o que debemos quitar para mejorar.

Si estás en una relación con alguien que realmente amas y no sientes tus intereses vitales amenazados, guarda tus zapatos deportivos y dedícate a hacer las cosas de la mejor manera posible, si hay algo que cambiar, debes iniciar tú el cambio y en consecuencia la dinámica mejorará. Da lo mejor que puedas y si de igual forma no resulta como esperabas, no corras, tómate el tiempo necesario para marcharte, asegurándote de no dejar nada que luego te haga volver.

 

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