¿Sientes que el estrés, la tensión y la ansiedad empiezan a entrar en tu sistema, que tu pulso se acelera y tu mente se dispersa, que te estás desesperando? Entonces alto ahí! Es tiempo de frenar el estrés… antes de que el estrés te frene a ti!

1. Detente un momento

Cuando estás estresado, es muy probable que actúes de forma acelerada y errática, corriendo en mil direcciones al tiempo sin avanzar. Por este motivo, apenas sientas que el estrés está entrando en tu sistema, el primer paso para eliminarlo es detenerse un momento.

Confía en mí: no importa lo acelerado que estés, lo que tengas que hacer y el poco tiempo que tengas para hacerlo, siempre puedes darte el lujo de detenerte, así sea sólo por un momento. Si estás muy ansioso o acelerado, puedes incluso decírtelo en voz baja: “Detente!”

Pruébalo y pronto te darás cuenta de que es mejor detenerte un momento para organizarte y definir tu rumbo que seguir corriendo desesperadamente en mil direcciones sin tener claro para dónde vas.

2. Respira profundo

En los momentos de estrés, nuestro ritmo cardíaco aumenta de forma notable y se vuelve más errático. Esto afecta nuestra respiración, tornándola más rápida y menos profunda. Sin embargo, siempre tienes el poder de cambiar tu respiración, de hacerla más consciente, calmada y profunda.

Después de detenerte un momento, concéntrate en tu respiración. Respira profundamente 3 veces. Cuando inhales, hazlo lo más despacio que puedas. Luego contén la respiración un par de segundos. Finalmente, exhala lo más despacio que puedas, procurando tomarte casi el doble del tiempo que te tomó inhalar.

Si quieres ir un paso más allá, cierra los ojos mientras lo haces y verás que de inmediato empezarás a sentirte más tranquilo. Es como una mini meditación con todos sus beneficios, pero sin tener que detenerte!

3. Haz una afirmación de serenidad

Después de detenerte y respirar profundo 3 veces con los ojos cerrados, haz una afirmación de bienestar y tranquilidad en voz baja. Si conoces alguna o hay alguna que te gusta, adelante! Si todavía no has descubierto una que te calme, prueba la siguiente: “El amor divino de Dios me protege. Siempre estoy a salvo y seguro. Todo está bien. Me encuentro bien.”

Esta afirmación es maravillosa porque genera bienestar en muchos casos diferentes de estrés. También es muy versátil porque le puedes agregar otra frase que te calme más teniendo en cuenta la causa de tu estrés.

Por ejemplo, si la causa de tu estrés es que sientes que no te va a alcanzar el tiempo para lograr algo, puedes usar la siguiente afirmación compuesta: “El amor divino de Dios me protege. Siempre estoy a salvo y seguro. Todo está bien. Me encuentro bien. Soy parte de la eternidad y me sobra tiempo.”

Si la causa de tu estrés es que tienes una entrevista, una reunión, una presentación, una cita, etc. y sientes nervios, usa esta afirmación: “El amor divino de Dios me protege. Siempre estoy a salvo y seguro. Todo está bien. Me encuentro bien. Me comunico fácil y alegremente. Me comunico con el corazón.”

Recuerda: las palabras tienen poder. Así que aprovéchalo! Repite las afirmaciones que escojas las veces que desees, hasta que se graben en tu mente.

4. Date ánimo

Cuando hayas dicho tus afirmaciones y te sientas más tranquilo, anímate. Darte ánimo te energiza, te enfoca y te motiva a seguir adelante. Si sabes cómo darte ánimo, hazlo; si todavía no tienes palabras de ánimo para ti mismo, podrías decirte algunas de las siguientes frases: “Confío en mí mismo”, “soy capaz de lograr lo que quiero lograr”, “soy creativo”, “puedo resolver esto fácilmente”, “me merezco lo mejor de la vida”, “Me acepto a mí mismo porque soy maravilloso tal cual soy”, “El universo me ama incondicionalmente”, “Soy buena energía”… todo se vale! El punto es subirte el ánimo y llenarte de energía positiva para seguir adelante y lograr lo que debes lograr.

5. Sonríe

Nuestros cerebros asocian nuestras expresiones faciales con las emociones que sentimos: sorpresa, tristeza, alegría, rabia, etc. Por este motivo, una emoción produce una expresión facial determinada. Lo interesante es que, de la misma forma, una expresión facial específica también puede producir una emoción. Eso significa que si quieres cambiar tu estado de ánimo puedes hacerlo tan solo cambiando tu expresión.

Así que sonríe! No importa qué tan estresado o qué tan desanimado estés, si empieza a sonreír, le enviarás a tu cerebro una señal de bienestar, y tu cerebro producirá el bienestar asociado con esa expresión.

6. Define lo que tienes que hacer y cómo hacerlo… y arranca!

Tan pronto hayas realizado los ejercicios anteriores y tu nivel de estrés haya empezado a bajar, tu cuerpo se sentirá mejor y tu mente estará un poco más serena. Este es el momento para organizarte bien y decidir el mejor rumbo a seguir. Pregúntate: ¿Qué es lo que tengo que hacer? ¿Cuál es la mejor manera de hacerlo? ¿Quién me puede ayudar a hacerlo mejor/más rápido?

Con las respuestas a estas preguntas puedes hacer una pequeña lista de las tareas por completar priorizando las más urgentes, definir una ruta inteligente para hacer todo lo que tienes que hacer de la mejor manera, hacer una lluvia de ideas de posibles soluciones a un problema, pensar en un par de personas a las que puedes pedirles ayuda, etc.

Luego de estar más calmado, de haberte organizado y de tener claro lo que tienes que hacer y la mejor forma de hacerlo, estás listo para arrancar de nuevo. Continúa haciendo lo que tienes que hacer con calma, orden y buena energía y vas a ver que lograrás lo que quieres!

Nunca subestimes el poder que tienes para quitarte el estrés y cambiar tu estado de ánimo. Solo toma un poco de voluntad y un par de minutos, y podrás empezar a sentirte mucho mejor ahora mismo!