Son personas que no son capaces de mantener una relación sana, no pueden mantener una cercanía por mucho tiempo, se aburren, se cansan, se estresan. Cuando están juntos acaban mal, pero si se separan, se extrañan, se necesitan tanto que no pueden vivir lejos, sólo piensan en volver a estar juntos y así ¡la historia se repite! hasta que todo termina en un circulo vicioso. Es una situación que se da a menudo cuando hay “Dependencia Emocional”. No estamos bien, algo nos empuja a alejarnos de la otra persona, pero cuando lo hacemos, al poco tiempo nos invade una necesidad imperiosa de volver junto a él/ella. Y al juntarnos de nuevo, volvemos al mismo punto anterior. Una y otra vez. Nos vamos desgastando cada vez más, pero hemos entrado en una dinámica de la que nos está siendo muy difícil salir.

 

¿Por qué sucede?

La ruptura suele tener en este caso como característica principal la confusión y al mismo tiempo la claridad cada vez que se separan, dejando siempre la puerta abierta para el reinicio. Las rupturas suelen darse por: rasgos de personalidad de tu pareja que te resultan intolerables, insatisfacción, frustración, constantes peleas, deseo de salir con otras personas.

 

En las relaciones intermitentes, cada vez que se vuelve se apuesta porque “esta vez será todo maravilloso”. Se apuesta por una promesa, no por una realidad.

 

El regreso depende en mucho del tiempo de separación, en donde las causas de la misma, a la distancia, no se ven tan graves o parecen más fáciles de solucionar y se piensa que “esta vez todo será diferente”. Entre las causas más comunes para volver están: Sentimientos románticos persistentes hacia la pareja (como cuando la separación más que voluntaria fue vista como un mal necesario), creencias que esa pareja es “la pareja” de tu vida o “tu media naranja”, extrañar estar en una relación (bajo la premisa de que una mala relación es mejor que ninguna relación. Pensamiento muy común de aquellos que no pueden o no saben estar en soledad), personas que buscan la comodidad de estar en una relación o la aparición de posibles pretendientes para tu ex pareja, lo que la hace aún más atractiva e incrementa el deseo de querer recuperarle.

 

Este tipo de relaciones gozan y sufren los rigores de un parque de diversiones emocional: un día, la cueva del miedo llena de fantasmas aterradores; al día siguiente, el castillo encantado del mundo de la fantasía, en el que todo se ve color de rosa; poco después el jardín de los horrores con sus torturas y sus bestias salvajes; y siempre, siempre, la montaña rusa con sus subidones y sus declives, con su vértigo y su emoción ¡y todo eso por un solo ticket y con la misma persona!

La repetición inexorable de las rupturas y las reconciliaciones se adereza con frase como éstas: “Si no me llama hoy voy a morirme”, “¿Y si es verdad que esta vez me deja para siempre?”.

 

¿Todas estas relaciones son malas o dañinas?

Eso depende del tipo de separación. Hay parejas que aprovechan las separaciones para reflexionar y buscan cambiar lo negativo en cada reconciliación. Hacen de sus rupturas una oportunidad. Pero en cambio, hay otras en que las parejas van y vienen sin hacer muchos cambios en su manera de ser o relacionarse y sustentan su ir y venir en esperanzas y meras expectativas fantasiosas.

Estas situaciones pueden ser muy desgastantes, un amor inconcluso o intermitente puede durar siglos ya que se vuelve adictiva. Generan melancolía y quitan la energía, ya que produce interacciones negativas como discusiones, peleas, falsas expectativas al pensar que al intentarlo de nuevo todo cambiará, causa mucha insatisfacción por la calidad de la relación, por lo que es necesario solucionarlas de inmediato.

Una relación en la que no se sabe lo que se quiere, en donde es difícil el equilibrio emocional, es de lo peor que nos puede pasar, nos estancamos, no vamos hacia adelante ni hacia atrás, si has dicho muchas veces que será la última vez, ahora si cúmplelo, si alguien te dice “hasta nunca”, con mayor razón no lo dejes volver a entrar a tu vida de nuevo, si dice “hasta nunca” que sea para siempre.

 

Si alguien quiere entrar a tu vida, que entre; si alguien quiere salir, que salga; pero que no se quede en la puerta porque estorba.

 

Autor: Karla Galleta.