RINCÓN del TIBET

El dolor de la separación

El dolor de la separación

Era un buscador espiritual que había perdido la confianza en la Enseñanza y en sí mismo. Durante años había aspirado a fundirse con la Mente Única, pero su motivación y su fe se habían debilitado.

Había dejado de meditar y se había entregado a una vida hueca y sin sentido, extraviado en toda suerte de trivialidades. Se había colocado, con el paso de los años, de espaldas a sí mismo y a la Realidad. Pero no era feliz. Era la suya, espiritualmente, una vida de penumbra. ¿Podría alguna vez recuperar el anhelo por la libertad interior?

En el colmo de la tristeza, cierto atardecer se sentó en la playa. Observó el mar de un color oscuro, y las olas batiendo el agua sin cesar y engendrando una capa de espuma.

-¡Estoy triste, tan desolado, tan perdido! -se quejó en voz alta.

Y su sorpresa fe mayúscula cuando el océano replicó:

-También yo estoy muy triste. Mi azul oscuro es de luto, porque me siento como muerto a haberme desgajado de la Mente Única. Mi furia y mi hervor son la rabia que siento por esa separación. Ella es mi amada, estaré de luto y no dejaré de protestar con mi oleaje, a veces incluso violento, hasta que vuelva unirme a Ella.

El hombre se quedó atónito. Lágrimas purificadoras, de las que brotan desde el mismo centro del alma, empezaron a deslizarse por sus mejillas. De nuevo sintió el afán de completar su evolución y caminar hacia lo intemporal. Hizo con la cabeza una inclinación en señal de agradecimiento y respeto al océano y se perdió en la desnuda y hermosa extensión de la playa.

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