Yo también tengo miedo, pero no me quedo a vivir en él
El miedo existe en cada uno de nosotros, salvo en algunas excepciones fuera de lo normal. Todos experimentamos esa sensación que puede manifestarse de múltiples formas, que si bien nos pueden proteger ante un situación de peligro real, también intenta protegernos de cosas que solo ocurren en nuestra mente.
Es ahí donde debemos decirlo NO al miedo y a cada una de sus limitantes, as ahí donde debemos sencillamente decidir no vivir en él y asumir riesgos, lanzarnos a la vida sin paracaídas, asumiendo que tenemos la capacidad de volar, que los vientos pueden soplar en contra, que puede ser que tropecemos, pero sabiendo que mientras más práctica tengamos, nuestro vuelo será mejor dirigido.
Todo comienza por dar el primer paso
El primer paso es el que más cuesta cuando vamos a emprender un nuevo camino, cuando nos vamos a dirigir fuera de nuestra zona de confort. Pero es en ése en el que debemos concentrar nuestros esfuerzos, porque una vez dado será difícil dar marcha atrás o limitar los que vengan de manera consecutiva.
Afrontemos los miedos
Para no vivir en el miedo podemos utilizar estos recursos:
- Ver las cosas como en realidad son: Evaluar de la manera más objetiva cada una de las consecuencias de nuestras acciones, revisar nuestro plan, eliminar el drama y tratar de eliminar todo miedo disfrazado de excusas, de retrasos, de cualquier cosa que sabotee el dar inicio a nuestra aventura.
- Tener paciencia: Esto no significa sentarnos a esperar que la vida ocurra y que las oportunidades nos caigan del cielo, porque aunque ocurre es una forma muy poco proactiva de vivir. Tener paciencia es optar por la mejor actitud ante los periodos en donde no podemos tomar mayor acción que esperar que ciertas variables se coloquen en el lugar adecuado.
- Dar pequeños pasos: No es necesario saltar de una montaña a otra, podemos ir paso a paso experimentando cómo nos acercamos cada vez más a donde queremos estar. Vamos a sentir miedo, pero mientras vayamos comprobando de a poco que todo está bien, ese miedo irá desvaneciéndose, teniendo cada vez menos valor.
- Seguir nuestra intuición: Esa vocecita que nos habla siempre de manera positiva, que confía, que sueña, que nos quiere ubicar donde merecemos, es nuestra intuición. Si aprendemos a silenciar nuestra mente, la escucharemos con mayor claridad y seguramente nos guiará fuera de esa zona rodeada de barrotes, candados y trampas que normalmente crea nuestra mente, para mantenernos en una zona segura.
Las zonas seguras por lo general no son las mejores, ni las más apasionantes, son zonas en donde creemos que podemos permanecer sin riesgos, pero donde normalmente desperdiciamos la mayor parte de nuestro potencial. No importa si tienes miedo, todo radica en actuar a pesar de él.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet