Por esos amigos que te sacan una sonrisa en los peores momentos
Los amigos, esas personas que llenan nuestras vidas de momentos para recordar, esos que nos hacen reír, con lo que podemos llorar, delante de quienes somos nosotros mismos sin caretas, sin fachadas y sobre quienes nos dejamos caer en algunos momentos con la plena seguridad de que nos sujetaran para evitarnos el dolor de la caída.
La relación de amistad, cuando es sincera, cuando es de corazón, puede inclusive ser más fuerte que cualquier vínculo sanguíneo, podemos depositar en ellas nuestros sueños y encontrar a quien nos impulse, podemos decir cualquier disparate y escuchar la risa o el regaño, podemos sencillamente quedarnos callados y que respeten nuestro silencio.
Necesito de alguien, que venga a luchar a mi lado sin ser llamado. Alguien lo suficientemente amigo, cómo para decirme las verdades que no quiero oír, aun sabiendo que puedo irritarme. Por eso, en este mundo de indiferentes, necesito de alguien que crea en esa cosa misteriosa, desacreditada y casi imposible: ¡la amistad! ― Charles Chaplin
La amistad crece con la decisión de quienes forman el vínculo de conocerse mutuamente, de respetarse, de apoyarse, de estar allí justo en el momento preciso, en ese momento donde disfrutamos felizmente de la vida o cuando sentimos que ella misma nos pasa por encima, los amigos están allí para sonreír ante nuestros logros y para hacernos sonreír mientras atravesamos la peor de las tormentas.
Es un gran riesgo poner una verdadera amistad en juego, se dice que los amigos no se pierden, que si se pierden es porque la amistad no ha sido sincera, pero la verdad es que toda relación puede sumergirse en el olvido y la amistad no está exenta de ello.
A los amigos hay que cuidarlos, quererlos, demostrarles que estamos allí, que cuentan con nosotros como nosotros con ellos, hay que hacerles saber lo afortunados que somos de tenerlos cerca, aunque no sea con palabras, nuestros gestos hablan por nosotros, pero siempre debemos cultivar una relación recíproca.
Existen amistades efímeras, que aunque hayan durado poco por condiciones particulares, dejaron un grato recuerdo en nuestra mente, personas especiales que tuvimos la dicha de conocer. Sin embargo, las amistades que se enganchan a nuestro corazón, por lo general tienen la facultad de quedarse allí para siempre, de forma activa, aún sin estar físicamente presentes son capaces de hacerse sentir a la distancia utilizando cualquier recurso posible.
Muchos tenemos la dicha de conservar a algún amigo de la infancia, que compartió con nosotros nuestros sueños de niño, que nos vio cambiar a medida que pasaba el tiempo, que nos conoce tanto que hasta asusta, esas amistades tienen un gran valor en nuestras vidas, son una especie de ícono, que nos identifica, nuestra vida sin este tipo de amigos se sentiría incompleta.
Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere.
― Elbert Hubbard
Lo bueno de los amigos, de los verdaderos, de los que están en los días claros y nublados, es que no hay que hacer un esfuerzo para mantenerlos, todo fluye de forma natural, nos provoca quererlos, llamarlos y atenderlos… A veces hasta nos provoca alejarlos un poco solo para extrañarlos y buscarlos con historias renovadas, ellos nos quieren como somos, sin pedirnos mucho, conocen nuestro lado que enamora y nuestro lado que espanta y aun así se sienten orgullosos de llamarnos amigos.
Sin duda alguna quien tiene un amigo tiene un tesoro.
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