No tomes como costumbre el terminar y volver en tu relación
Cuando estamos en una relación de pareja, debemos tratar en lo posible de ser cuidadosos con ella, entendiendo que hay diferentes recursos que podemos utilizar, antes de decidir terminar. Más aún cuando eso ni siquiera es lo que realmente se quiere.
Primero, la relación sufre mucho, se erosiona y luego, se hace costumbre la dinámica. Las parejas que normalmente terminan y vuelven con frecuencia a lo largo de su amorío, por lo general no tienen las herramientas necesarias para afrontar sus diferencias sin llegar a una ruptura.
A veces quien toma la iniciativa de terminar lo hace como mecanismo de presión sobre el otro para generar algún cambio, lo que puede funcionar la primera vez, pero sin duda, “la estrategia” va perdiendo efectividad cuando se vuelve costumbre. Es por ello que la pareja debe aprender a realizar sus demandas de una manera que no lleve a la ruptura.
Evidentemente, las segundas oportunidades existen y muchas veces son muy bien utilizadas, pero cuando vamos por la décima y se hace costumbre, es porque no estamos tomando las medidas adecuadas. Podemos en lugar de terminar, darnos un tiempo para pensar y buscar una solución.
Antes de terminar debemos preguntarnos si es lo que realmente queremos, si vamos a poder mantener esa posición o si no vamos a estar a los pocos días arrepentidos y sin argumentos para echar para atrás nuestras palabras.
Éstas terminadas, por lo general temporales, abren espacios para que terceras personas entren en una relación de dos, sirven de excusa para justificar ciertas acciones y muchas veces estamos esperando un retorno que quizás no ocurra.
Quien asume la ruptura en alguna de sus oportunidades como definitiva y decide no dar marcha atrás, toma normalmente otras acciones que lo conducen a transitar las etapas del duelo más pronto, en comparación a quien quizás esté esperando un regreso eventual porque ya para la pareja es costumbre.
El enganche emocional que implica un potencial retorno en la mente de quien lo vive, es tan fuerte que no le permite tomar decisiones con claridad, está siempre como reservando ese espacio en su vida, actúa y piensa desde el interés de generar un efecto en el otro y está en condición de soltería, pero con un compromiso afectivo quizás más fuerte que muchas relaciones de hecho.
Aprendamos a decir qué es lo que queremos, muchas veces aunque duela tenemos que asumir que algunas cosas que no nos gustan estarán siempre allí y es donde la decisión de terminar o continuar tiene un peso importante, pero sea lo que sea que debe ser asumido como tal.
Si queremos continuar y tratar de mejorar las cosas, hagámoslo desde el interior de la relación, con el impulso de ambos, pero si vemos que no podemos con lo que nos separa aun cuando haya algo de nosotros que no invita a permanecer, pues digamos adiós. No siempre obtendremos lo que queremos, pero sí vamos a vivir lo que hemos creado, así que comencemos a pensar en lo que sí deseamos que esté presente en nuestras vidas, pensemos en el tipo de relación que nos gustaría tener, pensemos en todos los mecanismos que tenemos para mejorar y desde allí construiremos una mejor vida y una mejor relación.
Ojo: Si quienes terminan y vuelven continuamente, encuentran lo que quieren con esa dinámica, les funciona, les hace feliz y les genera paz, pues que continúen, en términos generales no funciona esa costumbre, no es beneficioso, genera incertidumbre y abre brechas que no llegan a cerrarse.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet