No pierdas la oportunidad de expresar tu sentir
Llegan momentos en la vida en los cuales se torna crucial expresar nuestra opinión, hacer valer nuestros derechos o sencillamente luchar por lo que consideramos es justo. Muchas veces no necesariamente se trata de trabajar por objetivos individuales, a veces se trata de trabajar en conjunto por un fin colectivo.
Las injusticias tienen por lo general una fecha de caducidad y toda acción inevitablemente conlleva a una reacción. Cuando nos quedamos callados ante lo que consideramos injusto, nos hacemos partícipes o en su defecto cómplices. Muchas veces esperamos que otros actúen en nuestro lugar y sencillamente delegamos lo que sería nuestra responsabilidad.
El no tomar acción, el no expresar por las vías disponibles la inconformidad y solamente tomar el papel de espectadores, no mejorará la situación. Debemos reconocer cuándo está en nuestras manos aportar, ser parte de la suma que dará inicio a los cambios. Sumergirnos en la queja, en lamentos, en la depresión no generará cambios positivos, puesto que no representa una forma asertiva de comunicarnos.
Si tenemos pocas ventanas para hacer sentir nuestra voz, debemos sencillamente asomarnos por allí y si es preciso gritar que estamos procurando un cambio, que no tenemos miedo, que no estamos dispuestos a someternos a perder nuestro bienestar, que no ignoramos lo que nos ocurre, sino que somos parte vibrante de un proceso de cambio que no debe parar.
Muchas veces vemos nuestras acciones como pequeñas, pero no entendemos que es la suma de esfuerzos lo que determina el resultado final. A veces ante quienes queremos expresarnos pueden intentar intimidarnos para que bajemos la cabeza y sencillamente actuemos de acuerdo a sus conveniencias, pero depende solo de nosotros el alzar nuestra cabeza y manifestar de forma contundente nuestro sentir.
Las lecciones de la vida son para vivirlas y aprender, aunque algunas veces durante ese aprendizaje se pueda producir una pérdida de la confianza, de la esperanza y hasta se pueda quebrar nuestro espíritu, debemos estar conscientes de lo que nos merecemos y a partir de allí establecer las pautas de respeto y de valor con las cuales esperamos ser tratados.
Los cambios deben comenzar por nuestro interior, la expresión debe ser el reflejo de lo que llevamos dentro, la necesidad de paz, de orden, de bienestar. Se debe eliminar cualquier creencia o pauta negativa que nos haga sentir que somos merecedores de experimentar vivencias negativas, que nos roban nuestro bienestar.
Resulta crucial no subestimar ningún esfuerzo, cuando se trata de cumplir sueños y más cuando alguien trata de apagarlos. No venimos a este plano a vivir la vida que otro decida, sino a tener plena libertad y potestad de realización y ante cualquier amenaza, no podemos perder el más mínimo chance de expresar nuestra inconformidad, de cualquier manera no sabremos si tendremos otra oportunidad.