Me encantan las personas que reconocen las virtudes en los otros sin sentirse pequeños
Ciertamente la naturaleza humana es tan particular que muchas veces por competencia, por envidia o egoísmo, hay personas a quienes les cuesta reconocer en el otro: éxitos, virtudes, cualidades, actitudes positivas. Aunque hacen lo posible por disimular su falta de reconocimiento e inclusive su desagrado, terminan demostrando de una u otra manera su disgusto ante ver el otro aspectos positivos.
Por lo general las personas que envidian no se sienten capaces de alcanzar aquellas virtudes que miran con recelo en el otro y les resulta muchas veces difícil entender que con esa actitud se están limitando mentalmente ante lo que ellos son capaces de dar, son personas por lo general con complejos, que no logran sacar de sí su potencial para manifestarlo y les cuesta ver en el otro sus logros y reconocerlos.
Este tipo de personas es especialista en intentar opacar a los demás, en empequeñecer lo que evidentemente resulta en algo positivo para los otros, restan importancia y relevancia a los esfuerzos de aquellos por los que de una forma u otra se ven amenazadas.
Viven en constante competencia con los demás, pero en lo absoluto es una competencia sana, sino que por el contrario, se sienten atacados cuando ven que algo que hacen los demás mejor a lo de ellos o los suyos.
Quien sabe ver en el otro sus virtudes, sus capacidades, su empuje hacia la vida, es capaz de apreciar y de aprender, de reconocer y felicitar, no le pesa que otro pueda tener éxito, no le pesa que alguien llegue más lejos, pueden inclusive ayudar y apoyar en lo que sea necesario para ver al otro brillar sin pretender robar su luz.
Solo quien se conoce a sí mismo, quien está seguro de lo que es, que no es egoísta, es capaz de alumbrar inclusive el camino por donde el otro va a pasar sin sentirse inferior, humillado o aventajado, para él no es una competencia, es un camino que todos estamos recorriendo de la mejor manera posible.
La humildad, es una fortaleza, la arrogancia, es una debilidad, aunque para algunos se pueda entender por lo contrario, solo los grandes son capaces de estar en la cima y traerse a los que pueda consigo, inclusive si eso lleva consigo posicionarlos más arriba, solo los grandes pueden poner sus hombros de apoyo para desde abajo impulsar al que consideren que pueden ayudar sin esperar nada a cambio.
La grandeza de las personas se determina por sus pequeñas acciones y una de ellas es sin duda reconocer las virtudes de los demás sin sentirse menos por ello.