La vida nos demuestra cada día que hay cosas que se salen totalmente de nuestra planificación, incluso que ni siquiera nos hubiésemos imaginado que nos ocurrirían y muchas de ellas resultan en lo mejor que nos pudo haber ocurrido.
En lo particular creo que cada alma tiene un plan maravilloso para cada quien y así como vamos creando a nuestro paso nuestras experiencias, vamos haciendo camino al andar, hay un plan de mayor importancia que el racional, que nos garantizará las experiencias más maravillosas, aquellas que atesoraremos en nuestros corazones para siempre.
Es por ello que considero que el preocuparnos es una pérdida de tiempo y el planear a mí me resulta inevitable, aunque me he vuelto realmente flexible cuando me veo en la necesidad de tomar otro rumbo e incluso cuando mi meta final cambia.
No limites tus metas, menos tus sueños
Muchas veces escuchamos que no debemos cambiar nuestras metas, pero la diferencia está en los motivos, porque sencillamente vamos cambiando con el tiempo y las cosas pueden simplemente caer en otra posición en nuestra lista de prioridades.
Con lo que no estoy de acuerdo, aunque hay excepciones, es con abandonar sueños con cualquier justificación. Un sueño debe cambiarse cuando descubrimos que tenemos otro mayor al que el original le queda corto. No cuando pensemos que somos nosotros los que le quedamos cortos al sueño.
Lo cierto es que mientras más facilidades tengamos de adaptarnos a las circunstancias, de mantener una buena actitud y de encontrar las bendiciones ocultas en todo, más cercanos estaremos de entender que lo mejor de la vida simplemente ocurre, sin haberlo planeado u orquestado conscientemente.
Nosotros contribuimos día a día a que cosas nos ocurran, a través de lo que predomine en nuestra mente, a través de nuestro enfoque y nuestra vibración. Por lo que si nos damos la tarea de albergar pensamientos positivos, enfocarnos en lo que nos hace sonreír y sentirnos bien emocionalmente, lo cual se traduce en emitir una vibración de frecuencia elevada, la vida no tiene más que ofrecernos cosas maravillosas, incluso aquellas que no estaban en nuestra mente.
El universo responde a lo que sentimos, a cómo vibramos, más que a las palabras, más que apuntamos en una agenda y damos por sentado. Incluso podríamos asegurar que siempre entiende mucho mejor lo que deseamos y nos conviene experimentar que nosotros mismos a través de nuestro raciocinio.
Confía en la vida
Confía en la vida y en sus procesos, en la manera divertida que tiene de hacernos ver algo, en la forma como nos invita a ser felices, en los recursos que usa para hacernos cambiar de rumbo y en todas las señales que nos coloca frente a nosotros para que sigamos una ruta determinada.
Cuando confiamos, nos sentimos tranquilos, sabemos que quizás las cosas no marchen como la habíamos esperado, pero que todo estará bien, que todo se resuelve para nuestro mayor bien y solo esa creencia fortalecida en nuestra mente contribuirá con que lo que recibamos en un futuro sea de nuestro mayor agrado.
Si tenemos la costumbre de resistirnos o frustrarnos cuando las cosas se salen de nuestro plan, de seguro vamos a actuar como una interferencia de lo bueno que nos ofrecen los cambios. De cualquier manera nuestro plan estará acorde a lo que creemos, mientras que el universo tiene infinitas maneras más de mostrarse a través de múltiples alternativas.
Déjate llevar, escucha a tu corazón, que tiene conexión directa con tu alma, esa parte de ti que espera que disfrutes y ames tanto esta experiencia como ella se lo propuso al ocupar tu cuerpo.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet