Di lo que te molesta, cuando te moleste… no cuando te harte
Muchas veces en las relaciones interpersonales por evitar una discusión, por ser prudentes, por no incomodar o por pensar que estamos siendo tolerantes y autocontrolados, solemos dejar pasar las cosas que nos molestan, acumulando de esta forma en nuestro interior un gran cúmulo que poco a poco tiende a desbordarse.
Cuando solemos guardarnos las palabras, las reacciones, la molestia cuando nos ocurre un acontecimiento, muchas veces se hace inevitable una explosión cuando sobrepasamos nuestros límites. Esto siempre tiene efectos más perjudiciales para la relación porque por lo general es una respuesta impulsiva la que exteriorizamos y ante la explosión es muy difícil seleccionar las palabras adecuadas, en un tono que no incite a la violencia o que genere una reacción en cadena y muchas veces resulta imposible dar un mensaje que no represente toda la carga que venimos acumulando.
Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. ― Gabriel García Márquez
Cuando tomamos como un hábito exteriorizar nuestra molestia cuando sentimos su presencia, resulta más sencillo hacerlo de forma tranquila, sin obstinación, sin impulsividad, podemos tomarnos unos minutos para pensar en nuestro discurso y de la forma más favorable para la relación expresar lo que sentimos, dando a la otra persona la posibilidad de rectificar a fines de no volver a generarnos esa molestia y dándonos a nosotros mismos la posibilidad de no llenar nuestro equipaje de palabras contenidas, de ira y de resentimiento por lo que nos hemos callado.
No se trata de convertirse en una persona crítica y sensible, quejándose en todo momento por cualquier ligero detalle, se trata de filtrar objetivamente lo que es importante para nosotros y hacer saber que existen cosas que nos molestan, que no tienen por qué trascender. De esta forma abrimos paso a corregir los errores o mejorar las cosas en el camino, nos evitamos molestias futuras por causas iguales o parecidas (cuando se trata con personas empáticas y con sentido común) y le ahorramos a la relación el penoso trance de una reacción impulsiva en donde las palabras se manifiesten sin ningún tipo de filtro.
Decir las cosas que nos molestan a tiempo fomenta la confianza en la relación, ayuda a conocerse y es una muestra de madurez y respeto por nosotros mismos y por quienes nos tratan. Todos somos diferentes y puede que a una personas le parezca súper normal una palabra, un gesto, una acción y para otra ser motivo de incomodidad y conflicto y como en toda relación la comunicación es clave, pues es necesario plantear las cosas de la mejor manera mientras se van desarrollando los acontecimientos.
Sé honesto, respétate y utiliza las mejores vías de comunicación para exteriorizar aquello que sientes que te afecta y ayuda a la otra persona a entenderte mientras la relación crece y se fortalece, recuerda que no tienes que quedar bien con todo el mundo, pero siempre debes intentar quedar bien contigo.