Cuando un ser amado nos deja
Afrontar que nos ha dejado un ser amado es sin duda uno de los procesos más arduos que el ser humano debe atravesar, y aun cuando representa una de las etapas naturales de la vida, la muerte aun continua siendo motivo de dolor para la mayoría, bien sea que tenemos que atravesar esa experiencia despidiendo a seres queridos o cuando proyectamos la nuestra.
La muerte es una vieja historia y, sin embargo, siempre resulta nueva para alguien.-Ivan Turgueniev.
Tenemos varias maneras de ver la muerte y en nosotros está la decisión de hacerlo de la manera en la cual nuestro sufrimiento se aminore o bien que se magnifique.
Podemos sentir desolación cuando alguien amado parte, podemos sentirnos frustrados por no poder abrazar a esa persona especial, por no poder escuchar sus risas y palabras oportunas o quizás imprudentes, podemos lamentarnos por todo aquello que hicimos o dejamos de hacer que hoy nos pesa porque no consideramos que lo hayamos hecho de la mejor manera posible, podemos llenarnos cada vez más de dolor y hacer de esa partida algo absolutamente doloroso.
Pero también podemos darnos cuenta de que el amor está allí, que no se fue con esa persona, que en nuestro corazón, esa persona aún vive, podemos mirar a nuestro alrededor y encontrar cada cosa que haya podido habernos dejado, podemos recrear en nuestra mente los buenos momentos vividos y alimentarnos de ellos, podemos transmitir ideas de esa persona que consideremos que se deban conservar en el tiempo.
Podemos perdonarnos por aquellas cosas que consideramos pudimos haber hecho diferentes y entender que en su momento con los recursos con los que contábamos, nos daban para decidir de una manera en particular y que quizás ahora tengamos más experiencia, y de estar nuevamente en la posición actuaríamos diferente, pero en ese momento lo hicimos lo mejor que pudimos con los que recursos que teníamos.
La vida no se trata de hacer las cosas perfectas, de ser el mejor hijo, el mejor amigo, el mejor esposo, la vida se trata de aprender a amar y algunas veces esa lección nos toca aprenderla cuando sentimos que no podemos demostrar ese amor, cuando alguien se ha ido para siempre, pero no es así… La vida muy probablemente es eterna y continuada y el amor no muere con los cuerpos, el amor perdura y queda grabado en nuestras almas hasta un siguiente encuentro.
No te llenes del vacío que deja, nota que cualquier espacio puede ser llenado con amor, sonríe, recuerda con alegría, agradece y honra el tiempo que esa persona compartió contigo y sigue adelante, que esa persona siempre estará presente en tu vida a través del espacio que ocupa en tu corazón.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet