Apegos y deseos mundanos …
El buda Shakyamuni consideró que la causa fundamental del sufrimiento era la tendencia del ser humano a desarrollar apegos de la más variada índole, y el desconocimiento del principio de la transitoriedad de todos los fenómenos, es decir, el hecho de que todo está en constante cambio y nada permanece igual.
El bienestar, la dicha, la suerte, el afecto, la salud y la prosperidad están sometidos al flujo incierto de la vida. Sin embargo, el ser humano sufre cuando se ve despojado de las cosas que le son valiosas, y se ve profundamente impactado cuando, por ejemplo, debe enfrentar la realidad de la muerte. Por ello, el Buda enseñó que una manera de no dejarse abatir por el sufrimiento era erradicar los deseos mundanos, o los impulsos derivados de la ilusión, y que tal condición de vida liberada de apegos conducía a la iluminación.
Esta idea está desarrollada en mayor profundidad en el Sutra del loto, que es el canon budista más importante en el que se basó Nichiren. Algunas enseñanzas tempranas consideran la iluminación o la Budeidad como algo que se logra de manera posterior, en el futuro. Sin embargo, en el Sutra del loto se recalca la idea de que cada individuo es un buda de por sí, de manera inherente y desde un principio.
La aplicación de la filosofía budista permite a las personas desarrollar libremente su potencial y su estado de vida, de manera que pueden transitar por vidas positivas y significativas. Es en base a dicho trasfondo que Nichiren, con el afán de instar a la gente a convertir la ilusión y el sufrimiento en convicción, alegría y esperanza, orientó que “ los deseos mundanos son la iluminación” y “ los sufrimientos de la vida y la muerte son el nirvana.
Es imposible vivir sin apegos o deshacerse de ellos.
Es imposible vivir sin apegos o deshacerse de ellos. El interés, la pasión, el afecto por otros, la búsqueda del éxito y el apego por la vida misma son inclinaciones que se convierten en causa de sufrimiento, pero también son un componente esencial de nuestra humanidad.
El budismo explica que así como la flor de loto abre sus inmaculados pétalos en medio de aguas fangosas, el ser humano puede vivir una existencia triunfal en medio de las vicisitudes de la vida.
Daisaku Ikeda, presidente de la SGI, escribe: “ Shakyamuni nos dice que él trató de liberar a los seres humanos de los diversos deseos e ilusiones (…) La causa fundamental de la infelicidad en que vive la gente es la tendencia a desarrollar apegos de la más variada índole. Un apego, así como suena, es una sujeción que nos mantiene ‘atados’ en algún aspecto de nuestro corazón. El término se refiere a los deseos mundanos, las ansias e impulsos.
En las enseñanzas anteriores al Sutra del loto, Shakyamuni enseñó a las personas de los nueve estados cuya vida se hallaba sumida en la pesadumbre, el camino para que pudieran liberarse de tales apegos. (…) Por ende, desde el punto de vista del budismo de Nichiren, la frase ‘hacer que renuncien a sus apegos’ debería interpretarse ‘hacer que se iluminen con respecto a sus apegos’. No es cuestión de erradicar los apegos, sino de verlos claramente. En otras palabras, nuestra práctica budista nos permite discernir la verdadera naturaleza de los apegos –en lugar de llevarnos a abandonar los deseos mundanos— y hace que podamos utilizarlos como fuerza motriz para ser felices”.
Quienes viven sujetos a los apegos generados desde su yo inferior, invariablemente quedan controlados por el egoísmo y la negatividad. El presidente Ikeda afirma: “ Cuando profundizamos nuestra fe en la Ley Mística atravesamos nuestra ignorancia y oscuridad interior, y vivimos fieles a nuestro yo superior o identidad verdadera, en forma natural, llegamos a sentir un agradecimiento infinito por todos los que nos rodean, por quienes nos han apoyado, y nos han ayudado a ser lo que somos. (…) Todo se reduce, entonces, a si vivimos basados en nuestro yo superior o permanecemos apegados a nuestro pequeño yo”.
Asimismo, Daisaku Ikeda señala: “ Fundamentalmente, la vida de todos los seres humanos está dotada de suprema nobleza; cada persona es una valiosa y respetable entidad de la Ley Mística, y todas poseen el recurso de una sabiduría infinita e inagotable. (…) Cuando tomamos conciencia de nuestra verdadera identidad –es decir, nuestro yo superior—, podemos obtener una sabiduría infinita y trascender y refutar todas las ilusiones y sufrimientos derivados del apego a nuestro yo pequeño. Aquí yace el camino para construir una felicidad genuina”. (Daisaku Ikeda: “ Las bases para manifestar la budeidad”,
Una de las características principales del yo superior es la misericordia o el amor compasivo. Un estado liberado de los apegos es cuando una persona puede utilizar toda su energía en actuar con consideración por el bien ajeno, en lugar de utilizarla en debatirse en el remolino de sus apegos.