Sufrir de ansiedad implica aparte de sentir toda la sintomatología bastante desagradable que la acompaña, enfrentarse a ciertos hechos que muchos prefieren esconder, antes de mostrarse sin miedos, en especial para no ser rechazados, no ser tildados de enfermos mentales o considerarlos incapaces o no aptos para determinadas cosas.
Entre las cosas que las personas que sufren de ansiedad suelen ocultar se encuentra:
Raras veces se sienten realmente bien:
Su mente está prácticamente de manera permanente en una guerra, pensando en todo lo que puede pasar, lo mal que la pasan con síntomas desagradables que muchas veces no mencionan a los demás.
Dejan de hacer muchas cosas por miedo a desencadenar un cuadro de ansiedad:
Las personas que sufren de ansiedad pueden ir limitando sus vidas en tal medida que van dejando de lado actividades que en su mente representan un riesgo.
Pueden colapsar por las cosas más sencillas:
Normalmente se encuentran agotados física y mentalmente, una sencilla actividad, algún plan por básico que parezca puede desencadenar una tormenta en sus mentes. Para quienes sufren de ansiedad todo puede representar una verdadera tormenta, las gotas más pequeñas, verse como briosos ríos.
Se sienten débiles:
Muchas veces lo reconocen y otras veces lo esconden. La mayoría de las personas que sufren de ansiedad se sienten vulnerables, frágiles ante su propia mente. No pueden escapar de ese al que sienten su peor enemigo, su propia mente y al sentir que no pueden controlarla, se sienten débiles, dependientes y supeditados a algo que consideran incluso ajeno a ellos.
Sus miedos pueden ser irracionales, pero son muy reales:
Cuando nuestra mente está trabajando libre de ansiedad o cualquier otro trastorno, el imaginarnos que alguien de otro planeta pueda venir en una nave y secuestrarnos, puede ser para muchos una posibilidad muy remota y ese pensamiento puede no causar efecto alguno, pero si alguien sufre de ansiedad y es sensible al tema, ese pensamiento puede traer consigo una reacción totalmente desproporcionada desde quien lo observa, pero con la manifestación física de todos los síntomas del miedo desde adentro.
No es sencillo entender y mucho menos ayudar a una persona que sufre de ansiedad, pero si hacemos un esfuerzo por informarnos, podemos despejar muchas dudas. No es nada agradable padecer de ansiedad, sentir que se está al borde de la locura o de la muerte, ver cómo pierdes el control de tu vida y no tener mucha idea de cómo hacer para revertir toda esa bola de nieve que cada día se hace más grande.
Quien padece de ansiedad es una persona muy fuerte, todos lo somos, todos somos capaces de enfrentarnos a cosas que nunca tuvimos idea de que podríamos hacerlo. Pero quienes padecen de ansiedad muchas veces pasan todo su día intentando controlar su mente, intentando evitar un ataque de pánico, intentando aparentar que todo está bien e incluso dejándose llevar por lo mal que pueden sentirse y acompañar el cuadro de ansiedad con uno depresivo.
No podemos vivir todos los males que aquejan a la humanidad, afortunadamente, pero sí podemos ser empáticos y compasivos con todos, buscando ayudar en la medida de nuestras posibilidades, sin juzgar, sin criticar, sin menospreciar. Simplemente entendiendo que cada quien lleva como puede lo que considera sus males y si no podemos ayudarles a llevar sus cargas, al menos no se las hagamos más pesadas.
Cuando sepas que alguien padece de ansiedad, haz lo posible por inyectarle ganas, por hacerle sentir que puede salir de eso, que no está solo… Y si eres tú quien la padece, ten en cuenta que la ansiedad no intenta destruirte, solo que cambies de fondo cosas en tu vida. Intenta no enfocarte en ella, sino en lo que te hace feliz y ella habrá cumplido su misión.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet