Podemos querer a alguien, pero jamás ése debe ser el argumento para justificar que estamos ciegos, hay que dejar ir a quien nos hace daño. Si alguien no está haciendo nada para mantener nuestro afecto, quizás no merezca que nosotros le reservemos un lugar especial en nuestros corazones.
Puede resultar doloroso asumir que alguien ha estado en nuestras vidas sin haber aportado absolutamente nada y peor aún, tener la sensación de que alguien ha ocupado un lugar que solo ocupó porque fuimos nosotros los que hicimos todo y más para que allí estuviese.
Dejar ir es la mejor manera de abrirle paso a lo que deseamos
Cuando tomamos consciencia y dejar ir, el universo nos ofrece otras alternativas, ante ese espacio que hemos dejado libre, se presentan muchísimas opciones que pueden representar una mejora considerable en cuanto a prestaciones.
Pero si nos mantenemos aferrados a alguien, no tendremos cómo atraer a nuestras vidas algo más y puede que nos privemos de muchas experiencias maravillosas por miedo a soltar. Todos sabemos cuándo alguien quiere o no estar en nuestras vidas, pero a veces nos cuesta trabajo aceptar cuando no desean formar parte de ella, les da igual o lo hacen como plan transitorio mientras llegan a la estación donde realmente desean detenerse.
Más allá de los miedos, está nuestro bienestar. Hacer una lista de miedos y desmontarlos es de gran utilidad, porque de un trabajo racional, pasamos a cuestionar e influenciar a nuestra mente, haciéndole ver que lo que nos espera al soltar es sin duda mucho mejor de lo que vivimos.
Nuestra actitud es determinante, nuestras creencias fundamentales y mucho de ello está bajo nuestro control. Sabemos que no es sencillo controlar lo que pensamos, ni lo que sentimos, nuestra mente está acostumbrada a dar brincos de un pensamiento a otro, tal como lo hacen los monos salvajes de rama en rama, quizás incluso de manera más desordenada. Pero para el control y para la paz, lo mejor es el silencio.
El silencio nos permite observar, nos permite darnos cuenta de que no somos nuestros pensamientos, ni esos miedos a esos terribles escenarios que nos muestra la mente cuando intentamos soltar algo o a alguien. Mientras más lo apliquemos, más libres de tomar decisiones nos sentiremos.
No hay nada peor que estar atado por el miedo, es como si se tratase de una soga invisible alrededor de nuestro cuerpo, a veces ni nosotros somos capaces de verla, pero está allí limitando nuestros movimientos, mostrándonos lo oscuro del camino, pero dejando asomar solo ráfagas de verdad, las que afloran cuando logramos esos instantes de silencio interior.
Para merecer algo mejor debes dejar ir
Convencerte de que te mereces algo especial, que mereces a alguien que te haga saber que dentro de todas sus opciones, te escoge a ti, piensa en ti para tomar sus decisiones, piensa en ti y valora el tener algún lugar en tu vida y en espacial en tu corazón, será el punto de partida para manifestar un amor de calidad en donde no tendrás que hacer un gran esfuerzo para retener a alguien.
Los mejores amores se construyen entre dos, aportando ambos, estando los dos, compartiendo un par de felicidades individuales, para volverla una. Compartir con alguien debe ser algo que disfrutemos, si no es para hacernos la vida más bonita, más ligera, ¿para qué escogeríamos compartir nuestro camino con otra persona?
A veces nos olvidamos de esto y evaluamos todo con cristales distorsionados. La meta no es tener a alguien que está por estar y mucho menos en situación de secuestro. La meta es un amor sano, bonito, leal que pueda proyectarse en el tiempo y que satisfaga a quienes están construyendo día a día ese amor.
Tienes que dejar ir, para poder ser libre…
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet