RINCÓN del TIBET

La sinceridad no debe ser nunca una justificación para lastimar

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La sinceridad no debe ser nunca una justificación para lastimar

Ciertamente la verdad nos puede doler, nos puede hacernos enfrentar a una realidad para la cual no estamos preparados, pero en términos generales será preferible experimentar ese dolor, a vivir engañados, a vivir tras el velo de la mentira o un escudo de protección que nos mantenga en una seguridad imaginaria nuestros sentimientos y emociones para no lastimarnos.

Pero así como esto es cierto, también debemos considerar que la sinceridad no debe ser usada como bandera para lastimar a los demás. Hay maneras y momentos para decir verdades, para sincerarnos, para ser honestos, para ubicar puntos y siempre podemos escoger el camino que aun llevándonos por el mismo camino, resulte en menos doloroso para los involucrados.

Hay verdades innecesarias de pronunciar, hay verdades que debemos reservarnos, porque pertenecen a nuestra opinión y el hecho de manifestarlas solo marcaría negativamente a quien recibe esa verdad. Mientras que guardarlas para nosotros nos convertiría en seres más empáticos y más preocupados por los sentimientos ajenos, sin necesidad de expulsar de manera descontrolada todo lo que por nuestra mente pueda cruzar.

Ser sinceros es una cualidad, pero si no sabemos controlar nuestra sinceridad, podemos convertirla en un defecto. No solo debemos pensar en el alivio que sentiremos expresando nuestro pensar, sino en el efecto que vamos a producir en quien reciba el mensaje. No podemos ser egoístas y si engañar a alguien para que se sienta bien puede estar mal, ser sinceros y lastimarlo puede ser peor.

“Un poco de sinceridad es algo peligroso; demasiada sinceridad, es absolutamente fatal.” ― Oscar Wilde

Aprendamos a filtrar, a evaluar la utilidad de lo que queremos decir, a medir los efectos y a pensar si lo que estamos haciendo tendrá un balance positivo. No se justifica la mentira o el engaño, pero sin duda hay situaciones en las cuales ya no tiene sentido revelar una verdad si en lugar de generar alivio, dolerá. No se justifica opinar en relación al aspecto de alguien si no vamos a generar un cambio positivo. No se justifica destruir una relación con algo cierto pero efectivamente irrelevante.

Por muy verdad que sea, si es inútil, si solo es verdad para nosotros, si perjudica a los demás, si es extemporánea, muchas veces debemos aprender a callar. Seamos voceros de verdades qua alimenten el espíritu, que saquen sonrisas, que alegren la vida de los demás, que realcen cualidades, que demuestren admiración… Porque hasta la verdad es relativa y si tenemos que darle nuestro propio matiz, que este sea para alimentar y no para herir o lastimar.

Por: Sara Espejo  – Rincón del Tibet

 

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