RINCÓN del TIBET

Ten cuidado con lo que dices, tal vez no podrás aclarar todo

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Ten cuidado de lo que dices, no sabes si tendrás oportunidad de aclarar las cosas

Con la palabra se debe tener mucha responsabilidad, no debemos andar por la vida verbalizando absolutamente todo lo que nos cruza el pensamiento, sin colocar ningún tipo de filtro, sin pensar en las consecuencias de lo que decimos y sin ubicar la forma más oportuna y asertiva de decir las cosas.

Ciertamente no deberíamos callar lo que necesitamos exteriorizar, sin embargo, debemos tener claros los propósitos de nuestras intenciones y de los efectos que podemos generar.

No debemos ser eco de rumores, no debemos alimentar o fomentar chismes. Si lo que vamos a decir realmente no aporta, no contribuye de forma positiva en algo, debemos preguntarnos si efectivamente tiene sentido que lo hagamos.

Muchas veces nos cueste reconocer que tenemos algunas intenciones ocultas, que no siempre coincidirán con nuestra parte de luz, sino que de alguna manera queremos sacar ventaja inapropiada de una situación y nos parecerá oportuno desprestigiar a alguien, exagerar algo, mentir o aprovechar la ausencia de otros para decir lo que no puede ser debatido en el momento.

Evidentemente todos tenemos una parte de nosotros que actúa desde el ego y desde allí son válidas muchas cosas, que no necesariamente coinciden con lo correcto.

Cierto es que muchas veces no decimos algo esperando un efecto determinado, sino que “inocentemente” en un momento determinado nos pareció relevante decir, pero si esto trajo consecuencias negativas para otros o para nosotros mismos, en ciertos casos tendremos la oportunidad de revertir el efecto, dando alguna explicación, complementando la información existente o dándole a alguien más la oportunidad de agregar argumentos o participar de manera activa… Pero otras veces esto no será posible.

Por eso siempre antes de hablar debemos hacer un ciclo mental, sobre todo cuando lo que vamos a decir involucra a más personas, cuando los efectos no son solo sobre nosotros, sino que puede traer daños colaterales a otras personas. En ese ciclo debemos verificar si la información que vamos a dar es cierta, es útil o necesaria. De esta manera disminuimos las posibilidades de hablar como si no tuviésemos ninguna conexión con nuestra consciencia y nos evitamos y le evitamos a los demás malos ratos innecesarios.

La palabra es poderosa, a través de ellas podemos mover el mundo, podemos crear una atmósfera de tranquilidad y amor o de intriga y zozobra, afortunadamente siempre tenemos la opción de elegir lo que decimos y si aún no podemos filtrar lo que decimos y nos escondemos detrás de la honestidad para generar problemas, será útil que tomemos consciencia y aprendamos a controlarnos y a procurar siempre el bien para nosotros y para todos los involucrados en nuestras acciones, comenzando por el habla.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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