Controlar la ansiedad va más allá de un ansiolítico
Quienes han sufrido de ansiedad en cualquiera de sus formas, podrán haber recurrido con o sin recomendación médica al uso de fármacos, bien sea ansiolíticos, recaptadores de serotonina, antidepresivos o alguna combinación, para salir de los síntomas de forma rápida.
Sin embargo, un ansiolítico es en un atajo de un proceso que va más allá de adormecer los síntomas a través de un medicamento que por lo general trae consigo más efectos colaterales que lo que intentamos tratar. La desesperación que se siente al perder el control, hace que la persona afectada tome cualquier sugerencia como válida, para sumergirse en un problema que puede volverse más complejo que el original.
Quienes han controlado o mejor aún, han desaparecido la ansiedad de sus vidas, no lo han hecho a través de ansiolíticos. Quizás algunos los han utilizado en momentos en los cuales han sentido demasiada sensibilidad ante los síntomas de la ansiedad, pero para realmente liberarse de ese estado para nada deseado, se han convencido de que la solución a su problema no se encuentra en un blíster de ansiolíticos.
La ansiedad no se debe ver como a una enemiga, por más indeseable que parezca, de hecho podemos verla como una alarma que se dispara cuando estamos viviendo nuestras vidas de manera inadecuada, donde no le estamos dando valor a las cosas importantes, donde estamos invirtiendo nuestro tiempo en cosas que no nos nutren el alma, donde nos encadenamos a relaciones tóxicas o sencillamente nos cuesta ver el lado amable de la vida.
No tiene sentido vaciar la bandeja de entrada sin haber leído el mensaje, si se quiere dormir los síntomas de la ansiedad, sin entenderla, sin escuchar lo que viene a decir, su existencia no valdrá la pena, pero no significa que desaparecerá, estará allí hasta que se generen los cambios de raíz que se requieren.
Escuchar al cuerpo en cada una de sus manifestaciones, sin volverse hipocondriaco o un traductor de dolencias del alma, nos puede ahorrar muchos problemas de salud física y mental. Entender cómo funciona nuestro sistema es vital, saber que por ejemplo la ansiedad en sí misma no puede hacernos un daño físico real, pero que el daño que le hacemos a través del uso indiscriminado de ansiolíticos para combatir su presencia sí lo es y no hace más que complicar el cuadro y alejarnos de la verdadera salida del problema.
La ansiedad no permite pensar con tranquilidad, de hecho se teme por perder la cordura, se limita la capacidad de meditar, de respirar, de estar… pero se debe buscar en lo profundo del ser, donde todo está en orden perfecto, los recursos que todos poseemos para sanar, para entender, para trascender.
Desde un nivel de consciencia superior sabemos que nuestro cuerpo tiene la sabiduría divina para hacer lo que le corresponda cuando le corresponda, que no será necesario tomarnos el pulso o la tensión, para verificar que podemos continuar o debemos pausar nuestras vidas y que sencillamente podemos dedicarnos a vivir con confianza en nuestro sistema y dejar de vivir desde el miedo, desde la duda, desde la angustia y sencillamente dejarnos ser, porque todo lo que tenga que pasar, pasará y de manera natural. Así que dediquémonos a vivir, no a sobrevivir y no deleguemos en un medicamento la sanación que solo de nuestro interior puede provenir.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet