Hay cosas que no se deben pedir, menos exigir… Solo deben nacer de adentro
Podemos pasarnos la vida pidiéndole a los demás que se ajusten a lo que nosotros queremos o esperamos que hagan, inclusive podemos llegar a exigírselos, sin detenernos a pensar que si no nace de manera espontánea no tiene el mismo valor.
Los compromisos se asumen desde el corazón, haciéndonos conscientes de nuestras responsabilidades y siendo coherentes con lo que deseamos en la vida. Hay cosas por las cuales nos costará un tanto más responder, pero debemos entender que cada una de nuestras acciones ha generado una consecuencia y que éstas pueden vincularnos a situaciones que no contemplábamos o que preferíamos algún otro escenario.
Sin embargo, hay muchas maneras de hacer las cosas, podemos hacerlo con incomodidad, con frustración, con desgano o con la mejor actitud posible, que nos permita dar algo que no nos satisface del todo sin desgastarnos energéticamente.
Para ello es necesario poner nuestro corazón en cada acción, aprendiendo de nuestras acciones, guardando en nuestro disco duro cualquier información que nos permita decidir con mayor experiencia y sembrar en lo que nos queda por recorrer solo las semillas de aquello que queremos cosechar.
Si nos hemos metido, voluntariamente o no, en una situación que amerita de nuestra atención, de nuestras acciones o de alguna manera demande de nosotros lo que no queremos ofrecer, pero sabemos que debemos hacerlo, lo primero será entender el porqué de esa situación y cambiar la manera de mirar aquello, que no represente una obligación, sino que aceptamos que la vida nos responde con lo que hemos hecho y debemos acatar un rol con la convicción de que estamos dando lo mejor, dejando las predisposiciones a un lado y tratando de emanar lo que demos desde nuestra propia esencia.
No podemos exigirle a otra persona lo que no sabe o no quiere dar, el amor, la empatía, la solidaridad, el tiempo… son cosas que se dan desde el corazón, que no se piden, que nacen de forma espontánea, porque no corresponden a un proceso racional, sino que corresponden a lo que el corazón expresa. Lo que podemos hacer es cuidar lo que entregamos, lo que damos de nosotros mismos, procurando aportar siempre lo mejor y por leyes universales es muy probable que eso sea lo que recibamos.
Entenderemos la diferencia entre recibir de manera natural y exigir cuando nos encontremos en el primer escenario, donde todo fluye y nutre de manera natural y colma de bienestar. Para pretender que otra persona nos dé de sí mismo sin exigirlo, lo primero que debemos hacer es amarnos incondicionalmente y saber qué es lo que merecemos en nuestras vidas.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet