Tu ejemplo como padre, vale mucho más que tus palabras
Nuestro ejemplo es sin duda una de las cosas que más debemos cuidar en todas nuestras relaciones, sin embargo, cuando de ser padres se trata, es fundamental entender que los niños aprenderán de manera sostenida, más con las acciones y ejemplos, que con las palabras.
Por más buenas sean las intenciones de una enseñanza, si nuestra conducta dice lo contrario a lo que hemos querido transmitir en palabras, al niño le costará trabajo rescatar la lección y tomar el camino que sea coherente con nuestras palabras.
Ciertamente nuestros hijos vienen a la vida a escribir sus propias historias, en ningún momento podemos pretender tomar por ellos su lápiz y escribir lo que a nosotros nos gustaría leer. Es bastante arrogante querer replicarnos en nuestros hijos, pretender que nuestras maneras son las mejores o que como a nosotros nos han criado de una manera en particular y somos personas de bien, debemos criar a nuestros hijos de esa exacta manera.
La vida ha cambiado y afortunadamente las tendencias de crianzas son un poco más abiertas en cuanto a darle amor al niño se trata, está en nosotros los padres seguir nuestra intuición y romper los paradigmas que sean necesarios para ofrecerle a nuestros hijos la crianza que disminuya las improntas que se generan en sus cerebros por heridas emocionales generadas en sus infancias.
Nuestros pequeños antes de escuchar lo que les decimos, estarán atentos a nuestras acciones, de ellas sacarán el mayor provecho, porque mientras ellos se van desarrollando, van tomando seguridad y van estableciendo sus propios criterios de vida, tenderán a imitarnos, sí a imitarnos, no a escuchar nuestros consejos sabiamente, ni a leer de desarrollo social, ni a comparar con otras personas de su entorno, nos imitarán porque normalmente nos admiran y de pequeños somos su figura más importante.
“Madre…voy a seguirte…ve tú delante que dándome el ejemplo, lo haré al instante. ― Rafael Pombo”
Así que cuidemos nuestras conductas, no solo delante de ellos, sino por nosotros mismos, que no tengamos que fingir o actuar delante de ellos para que no adopten malos patrones, sino que de corazón, podamos sacar de nosotros lo mejor, para que si van a seguir nuestro ejemplo, sea de esa parte de la cual nos sentimos orgullosos y que sería congruente a cualquier lección que de manera verbalizada queramos transmitir.
Ama la vida, aprecia sus detalles, enséñale a tu hijo lo mágico de un amanecer, cuida al planeta con sus animales, ayuda a los que lo necesitan, sé cortés y paciente, comparte lo que tengas, ve en los otros lo bueno, en lugar de criticar y juzgar, siembra cosas buenas, no te rindas y estarás favoreciendo tu vida y la de esa personita que está aprendiendo a través de tu ejemplo.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet