La palabra más hermosa que podemos pronunciar es “mamá”
Ser mamá es una de las más grandes bendiciones que se puede recibir del universo, es un privilegio que quien decide aceptar podrá disfrutar desde que lleva en su vientre a esa diminuta criatura en formación. Independientemente de la manera que haya sido concebido un niño, el hecho de llevarlo dentro de sí, de darle un nombre, de acariciar sobre su propia piel para transmitir amor a su pequeño, generalmente es una de las cosas más más maravillosas que se pueden experimentar.
Como correspondencia a ese amor, un pequeño ser pronto comienza a decirnos mamá y si estamos conscientes de lo que ello significa, sentimos el placer de haberle dado vida a alguien que no solo lleva nuestro contenido genético, sino que es el dueño de nuestro corazón, el primero en la lista, el que nos motiva como primer motor a hacer de nosotros nuestra mejor versión.
Dirigirnos a la persona que nos dio la vida, independientemente de lo bien o mal que consideremos que lo haya hecho, debe representar para cada quien el amor y el agradecimiento, solo por el sencillo hecho de estar, de poder vivir esta experiencia.
Muchas veces podemos ser muy duros juzgando a nuestros padres, a nuestra mamá de manera particular para seguir la relación con el tema, sin considerar todos los factores de la ecuación a la que ella se enfrentó para traernos a este mundo, para darnos la oportunidad de vivir.
Todo ser humano lleva consigo sus experiencias, su madures, sus instintos, sus dolores, sus miedos y el hecho de ser mamás puede ser el mayor de los retos, reto para el cual difícilmente estemos preparados, pero en general aun equivocándonos, intentamos hacerlo de la mejor manera posible. Podemos ser algunas inmaduras, sobreprotectoras, egoístas, celosas, autoritarias, podemos ser de mil maneras, pero independientemente de ellas, generalmente hacemos por nuestros hijos lo que consideramos es lo mejor.
Aun cuando existen nuevas tendencias, que nos invitan a romper paradigmas, a respetar, a evitar traumas en nuestros pequeños, a ser madres más humanas, a procurar niños felices, aun cuando podamos reprobar el rol de nuestra madre por lo que consideramos lo más adecuado para nosotros, le debemos a ella el respeto y el agradecimiento eterno.
Si tenemos diferencias con nuestra madre, si consideramos que tenemos cosas que perdonarle, el momento es ahora, inclusive si no la tenemos cerca o ya no está entre nosotros. Debemos ser capaces de decir mamá y sentir ese amor incondicional, sin rencores, sin dolores, solo amor.