RINCÓN del TIBET

Aquello que anide en nuestra mente, es lo que somos

en nuestra mente

Somos aquello que permitimos que anide en nuestra mente

Lo que predomine en nuestra mente, será lo que materializaremos en nuestra vida, por eso es prioritario tomar consciencia de lo que mantenemos en ella.

“Tu peor enemigo no te puede dañar tanto como tus propios pensamientos. Ni tu padre, ni tu madre, ni tu amigo más querido, te pueden ayudar tanto como tu propia mente disciplinada. Buda Gautama”

Tenemos que disciplinar lo que pasas en nuestra mente,  es cuestión de fomentar un hábito, estar atentos a nuestros pensamientos, a nuestras emociones y aprender a callarla de vez en cuando.

Nuestros pensamientos están allí permanentemente en nuestra mente, como flotando en torno a nosotros, si alguno nos llama la atención, este desatará una reacción en cadena, donde muchos similares se unirán.

Nuestra mente suele ser creativa, podemos imaginar los peores escenarios, podemos manifestar miedo e inseguridades, nuestros pronósticos pueden ser negativos y podemos adoptar una predisposición ante lo que hacemos a corto, mediano y largo plazo.

Nuestros pensamientos están ligados a nuestras creencias, muchas de ellas no tienen mucho argumento, pero para nosotros es real, por eso es necesario realizar un trabajo de revisión de creencias en los principales aspectos de nuestras vidas, para darles o restarles validez a nivel consciente.

Las creencias de merecimiento son las que pueden determinar con mayor intensidad lo que logramos en la vida, qué creemos merecer en todos los ámbitos, allí hay mucha tela que cortar y se requiere de un trabajo de autoconocimiento y análisis profundo.

Las emociones nos dan alertas de si un pensamiento está siendo favorable o perjudicial, nuestro cuerpo reacciona ante ese pensamiento y lo traduce en sensaciones, que nos hablan bien o mal del pensamiento. Si sentimos desagrado, inquietud, malestar, debemos hacer un escaneo de lo que pasa por nuestra mente y tratar de no identificarnos con ese pensamiento, restarle validez y dejarlo pasar, sin rechazarlo, aceptar su presencia sin resistencia y sencillamente dejarlo ir.

Callar nuestra mente requerirá de una actitud meditativa, estar atentos al momento presente, no desviar nuestra atención al pasado o al futuro, solo enfocándonos en lo que hacemos. Si nos cuesta un poco de trabajo, podemos dejar descansar nuestra mente por breves momentos realizando durante unos minutos una respiración consciente.

Anidemos en nuestra mente lo que nos resulte positivo, eliminemos las limitaciones que solemos incubar en ella y démosle espacio a lo que nos hace crecer, lo que nos hace despegar nuestro vuelo, donde nos sentimos capaces, fuertes, dotados con todo lo necesario para llegar a donde queremos llegar.

“Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto. (Henry Ford)”

 

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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