Tus malos momentos te acercarán a quienes le importes y a quienes te envidien
Los malos momentos siempre son un reto para cualquiera que los afronta y no solo es necesario lidiar con la situación particular que enfrentemos, sino que debemos aprender a percibir las intenciones de quienes nos rodean.
Es común escuchar que quienes están con nosotros en los malos momentos son aquellas personas con las que podemos contar, las que merezcan estar en lo buenos, que solo a quienes más le importamos estarán allí, pero resulta que no es del todo cierto, muchas personas que de una manera u otra nos envidian, también se harán presentes durante el tránsito de nuestra calamidad.
Cuando alguien acercan con cierto regocijo cuando estamos pasando por malos momentos, es fácil detectarlos y filtrar rápidamente, pero cuando lo hacen de disfrazando su alegría por nuestro malestar, pueden pasar por cualquier otra persona solidaria más que se acerca a brindarnos su apoyo.
Muchas veces este tipo de personas reacciona de manera “positiva” y puede identificarse inclusive de forma sincera con quien atraviesa alguna calamidad, porque sobre sí carga un complejo de inferioridad que solo le permite sentirse al nivel de quien envidia cuando esa persona afronta sus peores momentos.
Este tipo de persona por lo general es negativa, parecen querer ayudar, pero todo lo que dicen o hacen tiene como resultado alargar el sufrimiento o el malestar generado por el tránsito poco deseado. Pareciese que mientras mayor tiempo uno pasa en calamidad, más logran conectarse con nosotros.
Cuando las aguas comienzan a calmarse, cuando logramos aflorar nuestra fuerza interior y salimos finalmente airosos de lo que nos abatía, este tipo de personas suele alejarse, como si no soportaran mirar el brillo propio de una batalla ganada. Acá comienzan a abrir nuevamente la brecha, se comienzan a presentar resentimientos y el complejo de inferioridad toma el control, quizás más fuerte que antes.
Por eso al transitar por malos momentos, debemos estar siempre abiertos a recibir ayuda, a dejarnos apoyar, sin embargo, debemos estar alertas, porque no toda ayuda es buena, no toda mano extendida pretende elevarnos, algunas simularán un esfuerzo, pero las intenciones ocultas serán que permanezcamos en el fondo de nuestro transitorio abismo.
Obviamente esto no quiere decir que estemos predispuestos, ni paranoicos, solo que estemos alerta y aprendamos a escuchar con todo nuestro ser, más allá de los sentidos, para poder leer los mensajes que a veces no podemos captar por inocencia, por darle oportunidades a los demás, porque la adversidad nos lleva de cabeza o consideramos que los demás actuarían de una manera particular. Las verdaderas ayudas siempre nos harán sentirnos mejor, nos guiarán a buen puerto.