A los hijos debemos prepararlos para el camino, no hacerles el camino…
Todos quisiéramos lo mejor para nuestros hijos, que lleven una vida serena, llena de virtudes y de momentos maravillosos, quisiéramos de corazón que nada malo pudiera ocurrirles, que su vida sea luz plena, armonía y pureza en el mejor de los sentidos, no queremos santos, pero si personas buenas y sensatas que sean capaces de formar una vida libre de temores infundados y libres de vergüenzas.
Hay que llegar a saber que los hijos, vivos o muertos, felices o desdichados, activos o pasivos, tienen lo que el padre no tiene. Son más que el padre y más que ellos mismos. Nuestros hijos son los fantasmas de nuestra descendencia. El hijo es el padre del hombre. Carlos Fuentes
Ojala y todos los padres y madres del mundo pudiéramos lograr este cometido, sin embargo, la realidad es otra, sabemos perfectamente que tenemos un límite en la vida de nuestros hijos, que hagamos lo que hagamos no podremos rescatarlos de todo ni de todos, que tarde o temprano se enfrentarán al dolor, al sufrimiento y a los obstáculos que corresponden a su propia vida y que serán mayores o menores las consecuencias, según ellos enfrenten esos escenarios.
Aunque lo intentemos de mil maneras, no podemos hacerles el camino a nuestros hijos, pues en el momento menos pensado simplemente estos tomarán algún atajo, sendero o camino cualquiera, que no tenga nada que ver con el que procuramos labrar para ellos, de manera que para nuestra tranquilidad y triunfo, debemos conformarnos con sembrar en ellos las semillas que no deben faltar en ningún ser humano, humildad, bondad, verdad, honestidad, rectitud, valentía, perseverancia, voluntad y amor incondicional.
Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: Uno, raíces; el otro, alas. Hodding Carter
Debemos encontrar miles de cosas que son necesarias para una vida digna, buenos modales, buena educación, derecho a la distracción, miles de cosas materiales, una vida social grata, acceso a la tecnología para que se mantengan al ritmo de lo actual…muchas cosas nos parecerán importantes a la hora de cuidar y criar a nuestros hijos, sin embargo, no debemos descuidar las semillas esenciales por ninguno de estos bienes, porque realmente no es mayor logro llegar a ser un delincuente versado, para ello es preferible ser un obrero humilde y honesto.
Debemos evaluar muy bien las armas que les estamos entregando a nuestros hijos para que recorran la vida, lo que les estamos inculcando, lo que le estamos facilitando y lo que le estamos reprimiendo, es una balanza, difícil es cierto, pero no imposible, todo parte de nosotros mismos y de nuestro sentido común, pues lo primero que tenemos que brindarle a nuestros hijos y en realidad nos cuesta mucho entender, es tiempo.
La vida de nuestros hijos no siempre será clara a nuestros ojos, harán muchas cosas que jamás sabremos, asumirán posiciones, tomarán decisiones y fijarán pautas en su vida, procura entonces que tengan de ti las armas necesarias para poder discernir entre lo que es correcto y lo que no, elementos para sentir el peso moral de lastimar al otro, de no reconocer a su igual, enséñale que todos estamos aquí en este planeta por una razón, que no es de odio, más bien de amor.
Si usted quiere que sus hijos tengan los pies sobre la tierra, colóqueles alguna responsabilidad sobre los hombros. Abigail Van Buren
Si los hijos el día de mañana toman caminos equivocados, no es de frustrarse, especialmente si sembraste en ellos las semillas esenciales de vida, pues tarde o temprano germinará y el peso moral de su conciencia no los dejará continuar por esos caminos, nunca es tarde para empezar, no esperes lamentarte de lo que dejaste de sembrar, cada minuto de nosotros en la vida de nuestros hijos, cuenta.