No te preocupes por lo que yo tengo, preocúpate por lo que a ti te hace falta
Muchas veces levantamos en otras personas un interés particular, en donde podemos inclusive tener un papel más importante en sus vidas que ellos mismos. Dedican una gran cantidad de su tiempo a observar nuestras vidas, a auditar nuestros activos, a estudiar nuestras relaciones y tienen un ojo clínico para opinar, criticar y juzgar lo que consideren no está de acuerdo a sus criterios o parámetros.
La envidia por lo general está ligada a este tipo de actitudes, ese sentimiento negativo asociado a la inseguridad y al poco placer que produce la felicidad ajena. Las personas envidiosas tienen una visión aguda para observar a los demás, especialmente a aquellos que poseen las cosas que ellos se sienten limitados a obtener.
La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestran cuánto se aburren. ― Arthur Schopenhauer
Por alguna razón, por no decir directamente que es por estar más pendiente de la vida ajena que de la propia, las personas envidiosas no se sienten capaces de alcanzar cierto tipo de cosas, inclusive desmeritan a quienes las tienen y aseguran que no son merecedoras de ellas. Este tipo de personas por lo general exteriorizarán solo una pequeña parte de lo que piensan o sienten, para no evidenciar su molestia o su particular atención asociada a la vida de los demás.
Este tipo de personas, por lo general no se hace muy responsable de su vida, no entiende bien su rol creador, tampoco comprenden cómo a unas personas se les da mejor que a otras y dentro de su esquema mental donde se desmerita a quien posee lo que desean, tiene mucho protagonismo la suerte, la ayuda que otras personas reciben, lo negativo que alguien tuvo que hacer según ellos para llegar a una posición determinada y en prácticamente ningún caso se hace un reconocimiento del esfuerzo, de los sacrificios o sencillamente del enfoque que tuvo la persona observada para estar en una situación determinada.
La envidia es una declaración de inferioridad. ― Marlene Dietrich
Evidentemente prácticamente todos queremos alcanzar cosas que otros ya tienen, en cualquier plano, en el desarrollo espiritual, en el ámbito económico, en la vida amorosa, en la interacción e influencia social, en la belleza física… pero el camino para llegar a donde queremos no es a través de la observación y mucho menos crítica y juicio a la vida de quienes viven lo que deseamos, es a través del recorrido de nuestro propio camino que alcanzaremos lo que deseamos, que la vida ajena solo sirva de fuente de admiración y no de desagrado para nosotros, nada más limitante energéticamente que la envidia.
Todos somos capaces de alcanzar lo que nos propongamos, solo debemos ocuparnos en ser nuestro centro y desear para los demás lo mejor que la vida pueda darles, eso siempre se devuelve y nos facilita nuestros caminos.
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La envidia señala a los admiradores secretos