Cualquier miedo puede esclavizarte si se lo permites
Cualquier miedo es una sensación normal en los seres humanos, a través de él somos capaces de preservarnos o enfrentarnos a situaciones que nos amenacen, esto está perfecto cuando se trata de escenarios reales. Sin embargo, la mayoría de nuestros miedos corresponden a situaciones únicamente creadas en nuestra mente.
Cuando se nos complica manejar y acotar estos miedos, nos encadenamos a situaciones que pueden resultar altamente perjudiciales, podemos perdernos de experiencias gratificantes y que nos impulsen a tener una vida completamente diferente y poco a poco vamos dejando de vivir lo que realmente queremos.
Todos tenemos algún tipo de miedo, salvo algunas personas excepcionales, que por condición física, no lo experimentan, pero en condiciones normales, los miedos están presentes en nuestras vidas como agentes limitadores o paralizantes en mayor o menor grado.
Aprendí que la valentía no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre el miedo. El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo. ― Nelson Mandela
Cualquier miedo hay que aceptarlo y no resistirnos a ellos, porque en el momento que nos resistimos le damos más fuerza, ellos se anclan y se apoderan de nuestras decisiones, comenzando a hacer numerosos estragos en nuestra vida.
Cualquier miedo puede afectar a las personas, en diferentes escalas, de acuerdo a las manifestaciones, llegando a situaciones extremas de fobias y pánico. En estos casos pude inclusive manifestarse el miedo al miedo, en el cual quien lo padece comienza a sufrir un estrés anticipatorio, que se manifiesta cuando siente que va a estar expuesto a una situación que le cause un miedo extremo.
Las sensaciones que los miedos producen pueden generar fuerte angustia, imposibilitando que nuestro sistema se ocupe de sus funciones regulares, inclusive durante un ataque de pánico la persona puede sentir que se encuentra cerca de la muerte. Por fortuna o por la misma sabiduría del cuerpo estas sensaciones no son perjudiciales para el cuerpo, ni desencadenará un estado de locura, que es lo que más afecta a quienes lo padecen.
Obviamente un estrés prolongado puede generar consecuencias negativas poco convenientes, el insomnio, el desgaste físico, la falta o el exceso de apetito, pueden ser consecuencias de ello. Por lo que es importante fomentar las actividades que relajen al cuerpo, a la mente y den la oportunidad de restaurar nuestro sistema.
Algunas actividades altamente recomendadas son el yoga, la meditación, la pintura, la música, bordar, tejer, hacer ejercicio físico de cualquier tipo, cualquier actividad que permita el contacto con la naturaleza, tales como ir a la playa, a la montaña o sencillamente a un parque a sentarnos bajo un árbol quitarse los zapatos y dedicarse a sentir la grama bajo los pies.
La mente actúa siempre de forma particular, en un afán de protección es capaz de incapacitar nuestra vida a través de cualquier miedo, está en cada uno ubicar su rol, limitarla y evitar sobrereaccionar ante los miedos. Aceptar, afrontar y ubicar los miedos permite llevar de forma más sencilla la situación. No darle poder es clave, no limitarnos, no dejar de hacer algo o su contrario por cualquier miedo es determinante. No está mal sentir cualquier miedo, darle fuerza y permitir que tome el control es el error.
No nacimos para vivir con miedos, la vida lleva riesgos, hay cosas inclusive que no podemos cambiar, pero nuestro miedos no evitarán una situación particular. Debemos dejar la ansiedad a un lado, vivir el momento presente y recordar que lo tenga que pasar pasará y de forma natural.
Luchar para vivir la vida, para sufrirla y para gozarla… La vida es maravillosa si no se le tiene miedo. ― Charles Chaplin