Cuando más buena es el alma de un hombre, menos sospecha la maldad en los otros
Las personas que podemos considerar buenas se encargan de alimentar su corazón de sentimientos positivos y están acostumbradas a ver a los demás desde los ojos del corazón, donde la comprensión, la empatía, la compasión es lo que predomina.
Cuando una persona es buena, ve desde el corazón, es capaz de mirar más allá de lo evidente, es capaz de rescatar las virtudes de quienes interactúan con ella y desde esta visión, se le hace difícil comprender cuando otra persona está actuando con mala fe. Son conscientes de que todas las personas tienen virtudes y defectos y predomina en ellas la creencia de que las acciones de los demás no están dirigidas a causar mal, sino corresponden a un manejo inadecuado de los recursos con los que cuentan.
Las personas buenas son capaces de justificar acciones, son especialistas en perdonar y sobre todo se caracterizan por no juzgar, tratando siempre de entender las causas que han llevado a una persona a actuar de determinada manera.
Para crear una paz interior, lo más importante es la práctica de la compasión y el amor, la compresión y el respeto por los seres humanos. Los más poderosos obstáculos para ello son la ira y el odio, el temor y el recelo. De modo que, mientras la gente habla de desarme en el mundo entero, cierto tipo de desarme interno es prioritario. ― Dalai Lama
Ciertamente cuando le quitamos el velo a las cosas que nos provee el evaluar a los demás como nosotros lo haríamos, nos hacemos más sensibles ante el comportamiento humano, pudiendo a través de la bondad colocarnos en sus zapatos y entender que los recorridos son diferentes, lo que los impulsa es distinto y de alguna manera están buscando su realización, aunque para otras personas solo sean demostraciones de maldad, de mala intención, de premeditación o de cualquier cosa que pueda dañar a otro.
Si pretendemos desarrollar en nosotros nuestras mejores cualidades, debemos comenzar en enfocarnos en nosotros mismos y en nuestro crecimiento, trabajar por elaborar la mejor posible de nosotros y tratando de ver hacia nuestro interior antes de emitir juicio alguno de nuestro interior.
Es sencillo perder la humildad cuando nos vemos expuestos a situaciones en las cuales el sentido común habla por sí solo, donde vemos una brecha gigante entre lo que acontece y lo que pensamos que debería ser. Allí podemos ser incluso arrogantes y creernos dueños de la verdad absoluta y desde allí juzgar, frustrarnos o accionar en contra de lo que no entendemos, en contra de lo que no aceptamos.
Por eso hay personas buenas que resaltan por su naturaleza bondadosa, encargándose de iluminar al mundo a su paso, sembrando el bien, sin ni siquiera esperar su cosecha. Haciendo el bien sin mirar a quien, encontrando en todos aquello que nos une y no lo que nos separa es como llevan su vida quienes se dedican a mirar desde su noble corazón.