RINCÓN del TIBET

Cuando amas a tus hijos los respetas

Cuando amas a tus hijos los respetas

Con frecuencia el hecho de tener hijos nos hace sentir como poseedores de personas, como si fuesen nuestro activos, como si tuviésemos sobre ellos todos los derechos existentes y muchas veces saltamos la frontera del respeto por ese sentido de pertenencia y de obligatoriedad e inclusive abusamos del vínculo existente y de la dependencia de ellos hacia nosotros para hacer nuestra voluntad.

Definitivamente como padres podemos decir que nuestros hijos están en nuestra vida como consecuencia de nuestras acciones y decisiones, sin embargo, no es justo afirmar que “nos deben la vida” o que “son nuestros”… Ellos son seres independientes que probablemente han elegido venir a este mundo a través de nosotros como padres para que seamos parte de su crecimiento, de su evolución de alma y es nuestro principal deber apoyarlos en ese proceso, inclusive cuando no hayamos contado con eso de parte de nuestros padres.

Los principales errores durante la formación de un ser humano radican en dos extremos, ambos relacionados con nuestra crianza, el primer extremo es: a mí me criaron así, y soy una persona de bien, por lo tanto haré lo mismo que hicieron mis padres conmigo… y el segundo extremo es: considero que mis padres no tenían ni idea de lo que estaban haciendo, en consecuencia lo haré todo diferente.

Resulta que la crianza debe ser personalizada, siguiendo y adaptándose a la realidad del niño, quitándonos de la cabeza los prejuicios que tenemos de nuestra crianza, utilizándola solo de referencia, pero cada personita es tan especial que merece un esfuerzo de nosotros como padres para ofrecerles lo mejor.

La base de toda relación debe ser el amor y como bandera de ese amor debe estar el respeto, el cual engloba una serie de acciones que van en pro de los derechos de cada niño en cuanto a lo que deben recibir de sus padres.

Respetemos sus tiempos: No los apresuremos a crecer, no los apresuremos a aprender, no los apresuremos a adaptarse, todo tiene un tiempo particular para cada persona, más aún en la infancia.

Respetemos sus necesidades: Todos los seres humanos tenemos necesidades, en edades tempranas prácticamente nuestra vida está en manos de nuestros padres o cuidadores, por lo que satisfacerlas desde nuestro corazón, sin presiones, sin chantajes, sin amenazas, es vital.

Respetemos sus espacios: Los niños necesitan espacios para sus actividades, aunque no sean amplias extensiones físicas un niño debe tener un espacio para dormir, para comer, para jugar, para leer, donde él se sienta identificado, desarrolle sentido de pertenencia y sobre todo que se sienta a gusto.

Respetemos su inocencia: Lo más maravilloso que tienen los niños es su inocencia, esa esencia pura que transmite su mirada, donde no existen los prejuicios, ni la maldad, ni los rencores… respetar y cuidar esta cualidad, cuidando su mente de información no adaptada a su edad, de personas inapropiadas y de excesiva realidad es nuestra responsabilidad como padres.

Respetemos sus fantasías: No cortar su creatividad, no matar la fantasía de los niños puede hacer que crean en sus sueños, que luchen por ellos y los vean materializar.

Respetemos su salud mental: Dentro de todo lo que podríamos comentar en este punto, nos limitaremos a mencionar que no existe posibilidad de que infundir un miedo en un niño pueda tener un resultado positivo, no está bien hacerles creer en monstruos, ni hacerles ver que un coco los comerá si no hacen esto o aquello, solo los haremos susceptibles, vulnerables, inseguros y con mucha incertidumbre.

Amar es respetar, acá nos hemos enfocado en las edades tempranas de los hijos que es cuando la mayoría de las heridas emocionales que perdurar prácticamente toda la vida se imparten, sin embargo, esto es extensible a lo largo de toda la vida de ellos, o preferiblemente de la nuestra, es necesario reconocer nuestro rol y hacernos conscientes de lo trascendental que es para la vida de alguien más el buen desempeño como padres de este rol… Que con toda la responsabilidad que lleva consigo, es una gran bendición!

 

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