Nuestras lágrimas no son siempre negativas
Cuando somos niños lloramos por cualquier cosa, ya sea porque nos hemos hecho daño, porque alguien nos ha decepcionado, porque nos hemos peleado con un amigo… Cualquier situación puede desencadenar nuestro llanto, pero ¿qué ocurre cuándo nos hacemos mayores? Las lágrimas son menos frecuentes y solemos esconderlas de los demás.
Las lágrimas no demuestran tu debilidad, sino que tienes sentimientos
¿Por qué lloramos?
Desde un punto biológico, lloramos para mantener nuestra salud ocular. Nuestros ojos necesitan estar hidratados y limpios. Pero, además de esta función meramente biológica nuestras emociones tienen mucho que ver con nuestras lágrimas. No solamente ellas sirven para nuestra salud ocular, sino también para nuestra salud emocional.
Lloramos por múltiples motivos: porque estamos tristes, porque nos han hecho daño, porque estamos pasando por una época de nuestra vida algo complicada… A través de nuestro llanto y de nuestras lágrimas liberamos tensión, reducimos el estrés que sentimos y volvemos a recuperar nuestro equilibrio.
¿Nunca te has parado a pensar por qué el hecho de llorar te resulta liberador para según qué situaciones? ¿Te duele la cabeza después de llorar? ¿Te sientes más relajado? Nuestras lágrimas tienen un efecto desestresante muy útil que nos ayuda a recuperar nuestro equilibrio emocional, liberándonos de todo aquello que nos ha hecho llegar al extremo de llorar.
Llorar no es de débiles; nacimos llorando porque llorar es coger aire, sacar lo que nos duele y seguir adelante
Lágrimas de dolor, lágrimas de superación
Con todo esto, podemos decir que llorar puede ayudarnos a sobrellevar o a ver con más claridad una situación que nos ha llenado de emociones negativas. Por este motivo, reprimir nuestras lágrimas no es algo saludable para nosotros mismos, ¿por qué seguimos haciéndolo?
Al igual que muchas otras cosas, las lágrimas se consideran algo negativo. Llorar nos hace débiles, está mal visto por la sociedad que es la que te inculca a reprimirlas o a llorar cuando estés solo y sin nadie más que te pueda observar. Pero… reprimir las lágrimas no es nada bueno.
Es cierto que cuando somos niños tenemos mucha facilidad para llorar, pero cuando nos hacemos adultos esta facilidad la podemos “controlar”. Por este motivo, hay muchas personas a las que les cuesta mucho llorar, en cambio otras lo hacen de forma mucho más habitual.
Si en verdad queremos sentir la liberación ante un problema, debemos llorar sin reprimirmos. Dejar que todo ese dolor interior salga al exterior en forma de llanto. Tardará algo en irse, las lágrimas no serán algo momentáneo. Pero, al menos, lograrás superar eso que tanto daño te ha hecho.
Nunca evites llorar
Se ve de lejos cuando una persona evita llorar. Puedes ver cómo su cara se vuelve roja, cómo sus ojos se humedecen y quizás una lágrima aflore, pero nada más. Esto no es positivo. Tragar y tragar nos convertirá en personas reprimidas que tarde o temprano explotarán.
Aunque socialmente no esté bien visto que los adultos lloren, debemos aprender a hacerlo cuando así lo necesitemos. Que nunca te dé vergüenza llorar si lo necesitas, pues es tu salud emocional la que está en juego. ¿Vas a reprimir la sensación de sentirte mucho mejor por unas cuantas personas que puedan verte mal?
Si eres de las personas que evitan llorar, ahora ya sabes que puede ser muy beneficioso para desahogarte de una situación que te está causando algún tipo de mal. Eso sí, debes llegar al llanto y expulsar todo aquello que has estado guardando para ti. La liberación posterior te hará sentir una persona nueva. ¡No habrá nada mejor!
A veces la gente llora, no porque sean débiles, sino porque llevan demasiado tiempo intentando ser fuertes