… y mucho menos amor
Si te sientes en una posición en la que lo que recibes no llega a ti de forma espontánea, sino por el contrario, es forzado, no te llena y es lo más parecido a migajas de amor, tómate la libertad de evaluar en dónde estás ahora y qué tipo de amor deseas tú en tu vida.
Nosotros fijamos la medida, si nos conformamos con poco, recibiremos poco… Si acostumbramos a dar de más, a estar pendientes, a llenar de detalles, reservar nuestro tiempo y lo que recibimos es una limosna de amor, algo no está bien.
Y muchas veces lo que solemos hacer es buscar cambios en el exterior. Intentamos que quienes nos rodean cambien, procuramos desenvolvernos en ambientes distintos y con los cambios que incluso llegamos a forzar, no llegamos a sentirnos realmente cómodos. Incluso si nos alejamos de las personas de quienes nos sentimos mendigando afecto, si no llegamos a cambiar internamente lo que nos hace atraer ese tipo de situaciones, vamos a encontrarnos en una relación similar, preguntándonos por qué nos tratan de esa manera.
Es necesario que lo veamos, el problema nunca está afuera, está dentro, en nuestras creencias, en nuestra forma de ver la vida, de mirar las relaciones, de dar amor, en lo que sentimos merecer. Esa persona que está allí, dándonos sobras de su tiempo, de su atención, de su amor… Que sabe que nos puede mantener allí a pesar de lo poco que ofrece, la atrajimos nosotros. Esa persona viene a responder a nuestra vibración.
Y muchas veces estamos vibrando en carencia emocional y de esta manera no vamos a recibir a nadie que venga a colmarnos de amor, ni a llenarnos de detalles, ni a sumarle cosas positivas a nuestras vidas, sintiéndonos emocionados por tenerle. Nadie tocará a nuestra puerta con su corazón abierto para darnos el mejor lugar en él.
Esto es necesario ponerlo en el tapete, porque todo lo que hagamos fuera será un desperdicio, si no somos capaces de cambiar la fuente del problema, si no estamos dispuestos a hacer tambalear todo aquello en nosotros que nos hace actuar consciente o inconscientemente de una forma tal que nos dirigimos sin desvíos a esas relaciones en donde nos sentimos mendigos de amor.
Las creencias no las podemos borrar de la noche a la mañana, pero podemos hacer bastante por ir debilitándolas, por colocar nuevas que contradigan a ésas que nos dañan, hasta que en algún momento queden anuladas, reemplazadas…
Podemos trabajar estas creencias a nivel inconsciente usando herramientas de programación neurolingüística con ayuda de un especialista en la materia. También podemos darle un tratamiento desde nuestra mente consciente, estando atentos a todos esos pensamientos que nos pueden conducir a la creencia saboteadora y una vez ubicada, comenzar a desmontarla.
Sea como sea, un buen comienzo puede ser detectar qué nos está impactando negativamente para identificar qué es lo que quisiéramos y enfocarnos en ello, imaginarnos allí, disfrutando del amor, de lo bonito, de los detalles, del ser prioridad para alguien, el sentirnos merecedores y capaces de vivir determinadas experiencias, nos acerca a poderlo experimentar.
Practica amarte mucho, quererte, consentirte, respetarte, celebrar todo lo que hagas bien. Procura darte lo que te gustaría que otro te diera, empezando por el amor, la consideración. Sé amable contigo, porque la idea es conectarte contigo sin reclamos, sin culpas o rabia, sino con aceptación y ganas de experimentar el amor de una manera diferente. No esperando que el amor venga de afuera, sino emanándolo y con ello atrayéndolo.
Cuando nos amamos a nosotros mismos, los demás que se acercan hacen lo mismo… Los otros, a los que le mendigamos amor en algún momento, cambian o simplemente se alejan, porque ya no vibra en la frecuencia que estamos irradiando.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet