RINCÓN del TIBET

Máxima de la Ley del Karma

Máxima de la Ley del Karma

Cosechas lo que siembras

En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias.

Robert Green Ingersoll

 

Tendremos innumerables experiencias a lo largo de nuestra existencia, de sabios es entender que ninguna actúa desligada de la otra, aunque muchas veces parezca que no hay ningún sentido, todo figura como una cadena, lo que hacemos, pensamos, decimos, las amistades que escogemos, la pareja que nos acompaña, los trabajos que desempeñamos… todo obedece a una dinámica que vamos armando en nuestra vida y que nos obliga a tomar decisiones a cada instante. Eres tu mejor juez, no vayas jamás en contra de nadie, ni permitas que el odio, la venganza, la envidia o la duda se apoderen de tu paz, tampoco seas cómplice de nadie ante estas actitudes, mantente firme, inquebrantable de espíritu y deja que el amor prevalezca en tu razón.

Pasan cosas en nuestra vida que muchas veces no comprendemos, amamos sin ser correspondidos, no escuchamos siempre lo que queremos oír, las negativas aparecen de cuando en cuando en nuestra puerta, algunas veces sentimos que no hemos sido padres perfectos, buenos hijos o buenos amigos, o simplemente nos hiere que las cosas se nos escapen de las manos… y surge el ¿Por qué?

Esto no quiere decir que seamos malas personas, que hayamos tomado malas decisiones o que sencillamente sea la actuación de un destino predeterminado, siempre vamos a recoger lo que sembramos, tarde o temprano.

Cada respuesta, cada resultado, cada hecho y situación, es producto de alguna acción o decisión previa que hemos llevado a cabo.  En muchas oportunidades olvidamos nuestro accionar, otras varias no somos plenamente conscientes de lo que hacemos en un determinado momento, ocurre que ante la ley causa-efecto, todo es sencillamente consecuencia de nuestras acciones.

Algo hicimos o dejamos de hacer en el pasado que deriva en este hecho que experimentamos en nuestro presente, para bien o para mal, todo lo que ocurre en nuestra vida obedece a una causa, aunque en la mayoría de los casos lo negamos o no lo entendemos. Cuando experimentamos tristes sucesos en nuestras vidas, debemos observar que para que ocurran solo debemos estar en un lugar y en un momento justo, en ese momento, en una milésima de instante, simplemente todo ocurre, no vale pensar si hubiera llegado antes o si no hubiera estado; lo mismo ocurre con aquellos hechos que nos llenan de emoción y de alegría y que en muchos casos pensamos que somos personas con suerte.

El que por mucho tiempo habla, debe enfrentar las consecuencias de sus palabras, nada más justo que conocerse al escucharse y nada más oportuno que cambiar en el silencio. Anónimo

 

Sea cual sea la experiencia que palpamos, siempre es buen momento para cultivar el bien, para observar cada pensamiento que hacemos palabra y luego acción, para considerar a los demás,  especialmente cuando nuestras decisiones tocan a otras personas.

Somos los agricultores de nuestra vida, aramos nuestro terreno, abonamos nuestra tierra, escogemos la semilla y nos encargamos  de regarla día tras día, nos aseguramos de que reciba la luz del sol, de protegerla de la lluvia en su justa medida, pues también es necesaria, de vivificarla diariamente, en fin, de seguir su desarrollo a cada momento.

Nos rodeamos de escenarios, de personas, de emociones y de sentimientos, cada pensamiento en nuestro entorno tiene una influencia en nuestro propio sentido, buena o mala, entra en nuestro espacio, es por ello que el amor nutre como energía virtuosa, en tanto que los malos hábitos, pensamientos oscuros o malas acciones de las que somos cómplices, terminan atormentando nuestra consciencia y surge esa gran necesidad de paz interior, de depuración, de agotamiento ante las injusticias y las desgracias ajenas.

 Una de las ventajas de las buenas acciones es la de elevar el alma

y disponerla a hacer otras mejores.

Jean Jacques Rousseau

 

Si no hemos preparado un buen terreno no cosecharemos un buen fruto, ni nacerá en ese terreno alguna hermosa flor; justo de esta manera fluye nuestra vida, crecemos ante nosotros mismos,  nos alimentamos de bienestar que causamos en los demás y del amor que sembramos en nuestro interior.

Las experiencias vividas fortalecerán nuestro tallo, los sin sabores nos harán capaces de adaptarnos a cualquier cosa, los cálidos vientos acariciaran nuestro rostro y siempre tendremos la luz de un nuevo día para resurgir junto a él.

Siembra virtudes, actúa con bondad, sé humilde y justiciero ante todo, sé solidario y no juzgues a nadie que se cruce en tu camino, que todo aquel que siembre en tu terreno reciba cosechas fuertes y hermosas.

Tu vida es un campo que yace vacío ante ti, tú decides que siembras para luego recoger.

 

 

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