No te aferres a alguien que te hace daño, solo porque te hace sonreír de vez en cuando
Algunas veces nos sometemos a situaciones que nos resultan inconvenientes, solo porque obtenemos esporádicos beneficios y llegamos a apreciar como normal, el daño que nos hacemos, solo porque eventualmente obtenemos algo de lo que queremos.
Cada uno de nosotros no se encuentra en un mismo estado emocional a lo largo de su vida. Cuando no estamos del todo cómodos, cuando nos sentimos vibrando bajo, somos más susceptibles de caer en la tentación de conformarnos con esos poquitos que se nos topan. Pero basta con que nuestra vibración mejore para que ni siquiera nos tropecemos con esas ofertas engañosas, que nos someten a algo que en balance nos hace daño.
Nosotros somos los únicos responsables de lo que atraemos a nuestras vidas. Suena a veces duro de aceptar, pero todo lo bueno y lo mal que nos ocurre está siendo constantemente creado por nosotros mismos. Es por ello que resulta prioritario al menos entender nuestro principio creador y buscar ser más coherentes en nuestros procesos con lo que realmente nos gustaría materializar.
Si alguien nos dice que no le importa ser desdichado la mayor parte de su vida, con el aliciente de unas cuantas sonrisas (entiéndase por sonrisas la analogía de: compañía, de cariño, de atención, de escucha, de camaradería, de ayuda, etc), podemos fácilmente detectar un fallo principal: un fallo de amor propio, del cual se derivan muchas consecuencias negativas.
Personas a las que no debes aferrarte
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No te aferres a quien te maltrata.
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No te aferres a quien no te quiere.
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No te aferres a quien es inseguro, celoso, envidioso.
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No te aferres a quien enfoca sus prioridades en cosas banales.
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No te aferres a quien necesita humillarse por afecto.
Y podemos seguir con una lista interminable de consecuencias derivadas de la falta de amor propio, pero lo importante es reconocer cuándo no estamos siendo lo mejor que podemos con nosotros mismos, cuándo estamos siendo mezquinos, cuándo estamos colocándonos de últimos en la lista de prioridades, cuándo estamos dejando que abusen de nosotros y cuándo nos estamos conformando con algo que aunque no nos llena sentimos que es suficiente o corresponde a lo que nos merecemos.
Al determinar que algo no va bien, podemos comenzar a tomar acciones, podemos darnos la tarea de manera individual, o inclusive llevados de la mano de un especialista, de mejorar la imagen que tenemos de nosotros mismos y en paralelo descartar toda creencia que nos perjudique.
No importa cómo fue nuestro pasado, no importa cómo hemos sido hasta ahora, no importa si tuvimos una buena crianza, no importa cómo han resultado nuestras relaciones. Lo que realmente importa es cómo queremos vivir de ahora en adelante y sobre todo entender y convencernos de que merecemos lo mejor y que a partir de que adoptemos esa convicción comenzaremos a ver la magia en nuestras vidas.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet