RINCÓN del TIBET

No hay peor ciego que el que no quiere ver

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No hay peor ciego que el que no quiere ver

Casi un refrán popular que refleja una gran verdad que podría funcionar a favor, pero que muchas veces lo hace en contra. La vida se muestra ante nuestros ojos, las realidades, aun cuando son relativas, están allí para ser apreciadas, para ser vividas, para entenderlas y para tomar decisiones en función de ellas. Lo peor es que hay personas que parecen ser ciegos por no ver lo que claramente esta a la vista de todos.

Podemos encontrar muchas excusas, muchos instrumentos que nos impidan ver algo, que no somos capaces, pero por lo general, simplemente sabemos, ya lo hemos visto, pero no queremos reconocerlo porque asumimos que no nos hará bien, sino que por el contrario, nos generará dolor, angustia, y peor aun, soledad, que a nuestros selectivos ojos, sería mejor escenario el evadir, el hacernos los ciegos o colocar miles de obstáculos entre nuestros ojos y esa realidad amenazante.

Cuando  honestamente somos incapaces de ver, normalmente llega un punto en el cual el velo cae y ya no puedes fingir ser ciego, porque todo se muestra tal cual es. Cuando hemos estado evadiendo algo de lo cual sospechamos o aún tenemos la certeza, llega un punto en el cual se nos hace imposible seguir dejando pasar las cosas sin identificarlas, seguir haciéndonos los ciegos ante lo evidente, llega un momento en el que cual preferimos cualquier dolorosa realidad antes que una sutil mentira.

Y las etapas que normalmente pasamos cuando nos enfrentamos a algo en donde preferimos hacernos los ciegos, coinciden con las etapas de un duelo, en donde estamos cara a cara con la rabia, con la negación… hasta llegar a la aceptación.

Sea como sea, inclusive cuando nos genera dolor, la vida deja sus mejores frutos desde lo que en realidad ocurre y no desde lo que nos gustaría que ocurriese. Aun cuando en términos generales podemos utilizar aquello que preferiríamos para para potenciar nuestros deseos y ayudar a su materialización.

No ocurre de esta manera cuando nos negamos a ver una realidad, porque normalmente en estos casos actuamos desde el miedo y desde allí, normalmente manifestamos aquello que justamente buscamos evitar. Si deseamos saber si lo que estamos construyendo resulta favorable o coherente con lo que en realidad queremos, basta con observar nuestras emociones, ver cómo reacciona nuestro cuerpo a lo que sentimos y de allí podemos sacar toda la información que necesitemos y lo más importante tomar medidas al respecto.

Es normal que atravesemos trayectos que no nos gusten, pero hay una gran brecha en enfocarnos en lo que nos agrada, en lo que disfrutamos, en lo que nos llena, aun en situaciones difíciles a ignorar o querer tapar una realidad que nos afecta de manera directa.

Cuando aceptamos las cosas que aun desagradándonos, forman parte de nuestras vidas, se nos hace posible fluir con nuestros procesos y salir enriquecidos de cada circunstancia. No importa qué tan doloroso sea aceptar una situación, créeme que más doloroso resulta vivir en un autoengaño, en donde lo que prevalecen son las barreras de nuestro crecimiento.

A la vida hay que transitarla con fe, con la certeza de que siempre estará a nuestro favor, inclusive cuando pensamos que no. Así que quítate cualquier venda y mira lo hermosa que es la vida, más allá del miedo y la necesidad de controlarlo todo… La vida es bella tal y como es.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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