Ni puedes obligarte a amar, ni exigir que te amen
Sin caer en teorías encontradas acerca del origen del amor, debemos, si esperamos ser protagonistas de relaciones sanas, libres y que realmente valgan el tiempo y los recursos invertidos, tener muy claro que en el amor no pueden obligarte, no respondes a presiones.
Muchas veces pensamos que alguien es merecedor de nuestro amor, porque cumple con una serie de requisitos que hemos preconcebido en nuestras mentes. Pero debemos tener claro que no debemos realizar un análisis de viabilidad, compatibilidad y conveniencia en una potencial relación, como si se tratase de la lista de los ingredientes de una receta de cocina.
No puedes obligarte a amar a alguien, aun cuando podemos hacer lo posible porque eso ocurra, aun cuando podemos asumir la tarea de procurar el nacimiento de los sentimientos, que normalmente sustenten una unión. Racionalmente podemos lograr cosas increíbles, pero el amor debe nacer de manera espontánea, no bajo la figura de la obligación.
Así no puedes obligarte a amar a nadie, no resultará exigir que alguien nos ame. Podemos tener muchos méritos, podemos haber sembrado mucho en un terreno, podemos creer sentirnos merecedores y buenos administradores de ese amor, pero si ese sentimiento no surge de forma natural, nunca será real.
Lo único que está en nuestras manos hacer es abrir nuestro corazón al amor, de manera bidireccional, sembrando buenas acciones, mirando la esencia de cada quien, descartando ideas limitantes acerca del amor, evitando relacionarnos a alguien por motivos equivocados, como el interés, la necesidad, vacíos y carencias afectivas, retos personales, límites de tiempo, intolerancia a la soledad, etc.
Si queremos una relación basada en el amor, real y honesto, debemos comenzar a serlo con nosotros mismos, debemos comenzar a amarnos de verdad, entendiendo que somos seres únicos y maravillosos, capaces de llegar a donde queramos por nuestros propios pies, capaz de amar por esencia y no por conveniencia y desde este punto comenzaremos a atraer a nuestras vidas a esas personas que resuenan con lo que somos capaces de dar a nosotros mismos y a los demás.
Un amor obligado no existe, puede parecerse en un principio, pero más pronto que tarde las costuras cederán y quedará al descubierto el interés oculto debajo de aquello que racionalmente se intentó, dando paso a lo que por lo general sale a la luz, la verdadera esencia, la que sí sabe amar y la que reconoce cuando intentan forzar al corazón a tomar una ruta que no le corresponde.
Un amor alejado de la libertad del sentimiento, no puede llamarse amor… Así que no puedes obligarte a amar y mucho menos exijas que te amen, lo que tiene que ser simplemente será.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet