Los mejores amigos se hacen sentir en los peores momentos
Tener cerca a los mejores amigos cuando estamos de buenas no resulta para nada complicado, contamos con buen ánimo, con buena salud, estamos relajados a nivel económico y podemos ofrecer lo mejor de nosotros al interactuar. No demandamos tiempo, colaboración, energía, nada de lo que tiene que ver con nosotros en nuestros mejores momentos debería representar un sacrificio para ninguno de nuestros mejores amigos. Podríamos decir que todo lo que hacemos es sumar a sus vidas, sin esperar mucho o nada a cambio.
Pero, ¿qué ocurre cuando atravesamos un evento desafortunado? Cuando tenemos un accidente, cuando enfermamos, cuando caemos en una crisis económica, cuando tenemos un familiar enfermo o nos quedamos sin casa… Pasa que en un principio podemos contar con muchas manos apoyándonos, pero esas menos se irán haciendo cada vez menos, mientras más tiempo transcurra, mientras más grave sea el problema, mientras menos superficial sea lo que necesitemos, menos manos extendidas veremos a nuestro alrededor.
Los mejores amigos son como una inversión en un banco, cuanto mas tiempo pasa, mas valor tienen.
Existen casos puntuales que tienden a identificarse con las personas cuando están en problemas, cuando atraviesan malos momentos, normalmente este tipo de personas no puede ofrecer mucha ayuda, sin embargo, pueden servir de apoyo moral. Pero por lo general debemos cuidarnos de este tipo de perfiles, porque en el fondo no querrán que nuestra crisis pase, sino que de alguna manera nos quedemos atravesando esa situación de conflicto que nos hace sentirnos más cerca de ellos, normalmente porque atraviesan situaciones similares.
Este tipo de identificación es clásica cuando la persona se enfrenta a un divorcio, cuando se tiene un familiar sumergido en el mundo de las drogas, cuando se cae en bancarrota, quien se acerca en estos momentos por identificación, no espera que una pareja se recupere, ni que la persona deje su adicción, ni que se logre un repunte económico o por lo menos no lo espera que lo haga antes de que ellos hayan podido superar ese acontecimiento.
Luego, dejando atrás a quienes se sienten mejor acompañados en su desgracia, volvemos al grupo tradicional de amigos, que nos mostrarán muchas facetas si llegamos a atravesar una crisis. Debemos resaltar que quien se ausente en estos momentos, no necesariamente deba ser juzgado o apartado de nuestras vidas. Muchas veces simplemente no sabemos cómo actuar o qué tanto intervenir cuando alguien cercano atraviesa un problema y el mantenernos al margen nos parece una buena opción.
Lo cierto es que habrá varios que destaquen por su actitud, por su apoyo, por su empatía, por habernos acompañado en los momentos más oscuros y habernos llevado algo de luz en los momentos en los que más lo necesitamos. Estas personas se ganarán un lugar especial en nuestros corazones y normalmente estaremos dispuestos a retribuir multiplicado lo que llegamos a recibir… Ellos por lo general se convierten en nuestros verdaderos mejores amigos.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet