Perderte a ti, nunca debe ser el costo por ganar a alguien
Muchas veces no nos damos cuenta de que lo que estamos entregando en una relación, está representando demasiado. Nos justificamos en nombre el amor, pero la mayoría de las veces se trata de nuestro ego no aceptando que es momento de retirarnos, que muchas veces lo que consideramos nuestro más grande fracaso, trae consigo las más representativas bendiciones.
Nuestras relaciones para que sean sanas deben darse desde la libertad, desde el amor y desde el equilibrio. Ello nos permite entregar de nosotros lo mejor y sin que sea el propósito foco, recibir del otro algo que nos nutra y nos alimente afectivamente.
Cuando no recibimos nada, a pesar de lo que ofrecemos, o cuando lo que recibimos mueve la balanza hacia el lado negativo, debemos revisar objetivos, costos y beneficios, sí, así como si se tratara de cualquier proyecto, pero con la mente y el corazón alineados y coincidiendo en que no es cualquiera, es EL proyecto, el de nuestras vidas.
Cada cosa en la cual invirtamos nuestro tiempo y nuestras energías debe ser cuidadosamente seleccionada, bien sea trabajos, relaciones, aportes, etc… Nuestro tiempo es quizás el recurso más valioso que tenemos, es incierta la cantidad con la que contamos y no nos hacemos más jóvenes con el paso del tiempo. Es por ello que debemos ser bien selectivos al momento de decidir dónde depositarlo.
La premisa debe ser la siguiente: Las relaciones deben tener un balance ganar-ganar, cuando alguien sale perdiendo en una relación y más cuando tienes que perderte a ti para permanecer, para intentar ser considerado y valorado por el otro, no está entendiendo la dinámica de la vida.
Cualquier cosa que hagamos nos debe conducir a sentirnos bien, a mejorar, a crecer y tenemos la capacidad de escoger la manera de crecer, podemos seleccionar hacerlo a través de golpes y heridas, que sin duda tienen una curva de crecimiento importante, pero a un alto costo, o podemos hacerlo a través de todo lo que derive de una buena relación con nosotros mismos.
Cuando te amas y respetas a ti, nada puede saltar la cerca, lo pueden intentar, pero a mitad de camino caerán electrificados. El amor propio no nos coloca una muralla restándole acceso al mundo exterior, pero sí nos protege de lo que no nos beneficia, nos ayuda a detectarlo con facilidad y a tomar decisiones que quizás pueden dolernos o incomodarnos en el momento, pero representarán una ganancia incalculable a futuro.
Así que reconoce tu valor y nunca intentes ganarte a nadie perdiéndote a ti mismo.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet