Hay tristezas que no te hacen llorar, pero te vacían por dentro
Solo quienes han sentido el corazón latir tan despacio, que se puede pensar que se detendrá, mientras todas las interrogantes llegan a la mente, pero sin ningún tipo de intenciones de darles respuestas, son capaces de identificarse con esas tristezas que no impulsan a llorar, pero que anestesian la energía vital
Muchas veces esa manera de procesar la tristeza, sin que las lágrimas se derramen, es una consecuencia de justamente haberlas agotado, es como un dolor sobre otro dolor, tan agudo, tan intenso, que cuesta describirlo con palabras.
Las decepciones son especialistas en generarnos este tipo de tristezas. El haber recibido de alguien, por acción u omisión, lo que es capaz de quebrarnos, puede ser el detonante de ese estado que nos priva del aliento, que nos hace tener que encontrar fuerzas donde ni siquiera sabíamos que las teníamos para levantarnos, para recuperarnos.
Pero mientras esas fuerzas son encontradas nuestros pensamientos y recuerdos nos atormentan, nos llenan de arrepentimientos, nos torturan diciéndonos a la cara que no busquemos culpables, que nadie nos obligó a confiar, a dar, a sentir… En simultáneo nuestra parte más noble, nos recuerda que nadie pierde por dar amor, que de todo podemos rescatar lo positivo, que todo nos deja un aprendizaje, nos brinda la posibilidad de crecer.
Esta tristeza, que no hace bulla, que no se identifica con tanta claridad, que no se asoma a través de miradas empañadas, pueden ser peligrosas, porque hasta nosotros mismos, los que llegamos a sentirla, podemos resultar engañados… Puede que no sea evidente las tristezas que llevamos dentro y con ello, el salir de ella se puede complicar.
Vive cada una de tus emociones, la tristeza es una de ellas, déjala entrar, pero recuérdale que está de visita, ofrécele una silla y conversa un poco con ella, no le ofrezcas una cama con su colcha, no permitas que se instale, ni que te robe espacios o tiempo de vida…
Ya suficiente podemos tener con lo que nos ocasionó la tristeza, como para darle de manera adicional, el control para perjudicar nuestra vida. Desde la tristeza todo es gris todo es amargo. Y sin duda la vida tiene muchos colores como para perpetuar lo que nos coloca en tinieblas, lo que nos apaga las luces y nos difumina los colores.
Estamos siempre a una decisión de cambiar cualquier cosa de nuestras vidas y en estos casos, debemos actuar con rapidez. Sí, estamos rotos, si tenemos tristezas, lo vivimos, pero con la intención siempre presente de sanar, de rearmarnos y de seguir adelante lo más pronto que podamos.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet