Muchas personas suelen confundir el recibir una nueva oportunidad en una relación, con el recibir una licencia que les permite seguir cometiendo las mismas acciones, que de alguna manera generaron una ruptura anteriormente.
Sabio quien sabe aprovechar una segunda oportunidad
Debemos ver con admiración a aquellas personas que toman una segunda oportunidad y le sacan el mayor provecho, que se comprometen, que aprendieron de sus errores y que no desean volver a ocasionar fracturas en una relación.
No se trata de fingir u ocultar lo que en verdad se es, porque esto por lo general cae por su propio peso, se trata de asimilar lo ocurrido, tomar la lección y generar los cambios necesarios, comprometidos con el proceso e inclusive agradecidos de tener una nueva oportunidad para mostrar una versión mejorada.
Lo que ocurre normalmente es que se prometen muchas cosas, que inclusive las personas creen que podrán cumplir, pero que en su mayoría están impulsadas por el dolor, por el miedo a perder a quien aman y resulta que el cumplimiento de esas promesas no es viable.
Puede no ser viable por varios motivos, acá mencionamos algunos:
- No se tienen los recursos para cumplir las promesas ofrecidas.
- No se está preparado.
- Va en contra de la naturaleza de quien ofrece la promesa.
- Las condiciones cambian a lo largo del tiempo.
- La relación se fracturó a tal medida que no da espacio a que se cumplan las promesas.
- Se considera solo un recurso utilitario para enganchar a quien otorga otra oportunidad, pero sin mayores intenciones de cumplir promesa alguna.
- Se pierden el impulso de cambio y se retoman las dinámicas habituales, en donde no caben las promesas ofrecidas.
Lo cierto es que los cambios que no surgen del interior, las lecciones que no se asumen de manera comprometida, suelen desvanecerse con el tiempo y abrir espacio a las dinámicas y acciones que caracterizaban la relación en una primera oportunidad y como bien se ha dicho:
No podemos pretender resultados diferentes, haciendo siempre lo mismo.
Seamos responsables de lo que damos, de nuestras acciones y de nuestras decisiones. Si ofrecemos o nos dan una segunda oportunidad, procuremos, en cualquiera de los lados en que nos encontremos, que las cosas resulten diferentes y para ello, lo único que podemos hacer es generar cambios, probar alternativas y darle peso a lo que realmente queremos. Encontremos en el amor, en el afecto, en los sentimientos que existen, el motor necesario para movernos en la dirección más conveniente para los involucrados.
El haberte dado otra oportunidad, no era una licencia para volver a hacerme lo mismo…
Por: Sara Espejo