Atraemos personas a nuestras vidas que nos permiten atendernos a nosotros mismos
Cada relación que manifestamos en nuestras vidas es una de las maneras que nos permite reconocer en nosotros aquello que no nos resulta sencillo ver. Bien sea para ayudarnos a reconocer virtudes que no estamos valorando o bien características que están presentes en nosotros, que nos dañan o dañan a quienes se vinculan de alguna manera con nosotros.
Es frecuente escuchar que alguien “saca” lo mejor o lo peor de otra persona. Y esto tiene mucho que ver con nuestra introducción. Cuando atraemos a alguien a nuestras vidas que nos permite ver nuestro valor o bien descubrimos algo en nosotros mismos, que no sabíamos que teníamos, que éramos capaces de desarrollar, esa persona está sacando lo mejor de nosotros, no solo ante el mundo exterior, sino ante nuestros ojos que no podían ver esa parte que siempre estuvo allí.
Por otra parte cuando alguien en nuestras vidas nos hace sentir mal, cuando sentimos que no merecemos algún trato o conducta de esa persona, cuando aflora de nosotros una faceta que no nos hace sentirnos muy orgullosos de lo que estamos siendo… ésa es una oportunidad interesante para conocernos, para atendernos, para entender el porqué estamos en una dinámica que nos hace sentir mal.
Muchas veces, cuando logramos tener la capacidad de mirar hacia afuera, nos damos cuenta de que lo mismo que esa persona que sentimos que nos lastima, que nos agrede, lo estamos haciendo nosotros, por lo general con otra persona o incluso con nosotros mismos.
Cuando no nos valoramos estamos en la posición más frágil, seremos un imán para atraer situaciones que nos reafirmen todas las veces que sean necesarias que no somos merecedores, que nuestro valor es poco, que somos fácilmente descartables.
Por si no queda claro, debemos aprovechar cada relación que se nos presente, no para atesorar las que nos hagan sentir bien y descartar las que no, aunque a veces es necesario. Sino para explorar en nosotros por qué está llegando a nuestras vidas algo que nos permite hace sentir de determinada manera, qué estamos entregando al mundo y qué nos estamos dando a nosotros mismos.
Si no somos capaces de reconocer nuestro valor, resultará más complicado aún que otro lo haga. Afortunadamente hay quienes pueden ver más allá y se encargan de impulsarnos por un camino iluminado, donde nos permiten ver un poco más lo que valemos. Pero no siempre estos luceros estarán presentes y es allí donde debemos ser nuestra propia luz… Una vez identifiquemos que estamos siendo y tomemos las medidas de ajuste que consideremos necesarias, comenzaremos a atraer experiencias acorde a una nueva realidad.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet