No “hacer nada” es de las cosas más importantes que podemos hacer
La realidad es que siempre estamos haciendo algo, pero todos entendemos lo que queremos decir cuando hablamos de no hacer nada. Estamos refiriéndonos a no hacer nada que consideremos relevante y metemos en este saco a veces las cosas realmente importantes para cada ser humano.
El no hacer nada puede ser quedarse todo el día acostado en una cama, sin conversar con alguien, a lo sumo viendo algo de televisión, no hacer nada puede representar haber dedicado un tiempo determinado a leer un libro, no hacer nada puede también haber sido pasarse horas contemplando un paisaje… y en esos momentos de no hacer nada, es por lo general donde podemos encontrarnos a nosotros mismos.
¿Y cómo podríamos llamarle no hacer nada a dedicarnos ese tiempo nuestro ser reclama a gritos?
Pues la verdad es que no importa cómo le llamemos, ni si tomamos consciencia de su importancia o no, lo importante es que nos permitamos esos espacios de tiempo en los cuales nos sentimos a nosotros mismos, en los cuales descansamos, en los cuales podemos romper nuestros esquemas y nuestras rutinas y consentirnos, haciendo exclusivamente lo que nuestro ser nos demanda hacer.
No te sientas mal por esos momentos, no los mires con culpa o remordimientos, por no haber hecho algún pendiente. Ya tendrás oportunidad y lo mejor de todo, es que esos espacios que quizás sientes perdidos, son los que van a recargar tus energías, los que te darán fuerza e inclusive inspiración para seguir adelante. Así que no los cargues con emociones que te hagan entrar en conflicto.
Por el contrario, celebra cuando te complaces, cuando tomas una pausa de tu agitada dinámica de vida, para estar en reposo, para tomar aire, para sentirte acompañado con tu especial compañía. Permítete sentir la satisfacción de haberte colocado de primero en tu lista de prioridades, sí quizás muchas otras cosas tienen que ver contigo en esa lista, pero créeme los beneficios de darte lo que necesitas los podrás sentir en la ejecución de cualquier otra actividad.
Relájate, todo pasa muy rápido, a veces miramos atrás y hemos vivido todo tan deprisa que no lo hemos podido ni digerir, menos que menos, disfrutar… Y esos momentos de no hacer nada, tienden a ayudarnos a apreciar nuestro momento presente, a conectarnos con lo esencial. No permitas a tu mente sabotear esos momentos. Todos merecemos esos momentos de “no hacer nada” y procuremos vivirlos la mayor cantidad de veces que podamos.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet